Imágenes aéreas de barrios tristes, un cielo tormentoso ante el skyline borroso de una ciudad, un video que muestra cómo se puede poner en orden una vida en cinco minutos... así es Rester vivant (Seguir vivo), la exposición del escritor francés Michel Houellebecq que puede verse en el Palais de Tokyo de París desde hoy hasta el 12 de septiembre.

Autor de éxito, fotógrafo, poeta, director, actor... el enfant terrible de la literatura francesa muestra ahora sus oscuras y críticas visiones de la sociedad actual en una gran  exposición que ocupará dos mil metros cuadrados y está centrada sobre todo en fotografías y videos. No es, sin embargo, la primer incursión artística del polémico escritor galo, que también está presente en la bienal de arte Manifesta que este año se celebra hasta el 18 de septiembre en Zúrich.

En París, Houellebecq ha plasmado su universo literario de paisajes devastados, muerte, turismo sexual o imperfección humana. Para el comisario de la muestra y director del Palais de Tokyo, Jean de Loisy, Rester vivant es también una instalación. Houellebecq se ha encargado de todo el concepto, desde la música hasta el color de las salas.

La fea arquitectura de los mercados
La fea arquitectura de los mercados

El interés del escritor por el arte no es nuevo, ya que aparece una y otra vez en su obra de las formas más diferentes. En la adaptación cinematográfica de "La posibilidad de una isla" pueden verse piezas de escultoras contemporáneas y su la novela "El mapa y el territorio", galardonada por el Premio Goncourt, el protagonista está protagonizada por el pintor Jed Martin.

En 1995 Houellebecq fundó con algunos amigos la revista Revue Perpendiculaire, que abordaba aspectos del arte contemporáneo y la cultura de masas, aunque un año después la publicación se suspendió debido a desavenencias entre los fundadores y el comité de redacción. Desde entonces, el autor se ha ocupado intensamente del tema del
arte, explica Loisy.

La exposición muestra fotografías amateur que recorren la tristeza urbana o imágenes de pueblos medievales desfigurados por la fea arquitectura de los supermercados, símbolos de la civilización actual que Houellebecq critica en su literatura. La fotografía es una disciplina artística muy importante para él, apunta Loisy. Las imágenes que pueden verse en la exposición proceden de la colección del autor, que describió su pasión por la cámara hace más de 20 años.

A las fotografías de estaciones de peaje le siguen reproducciones de chillones anuncios de parques de atracciones y zoos, una muestra visual del interés literario del escritor por el turismo y la industria del entretenimiento. Sobre el suelo hay manteles individuales con motivos de postales y después vuelven a verse fotografías, esta vez de mujeres semidesnudas, sobre todo conocidas del autor, según Loisy.

La última parte de la exposición está dedicada a su perro Clément, que murió en 2011. Para Houellebecq el animal encarnaba el amor incondicional, sin las complicaciones que hay cuando se da entre personas. Pueden verse dibujos, la mayor parte de ellos de la ex compañera del escritor Marie-Pierre Gauthier, así como peluches con los que jugaban Clément.

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