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Cuando un articulista se equivoca debe reconocerlo. Hoy me toca a mí: Me equivoqué al afirmar de forma ligera, durante una mesa de debate en La Hora de Opinar , que “no existe un verdadero periodismo de investigación en México ”. Esa sola oración merece una rectificación.
El periodismo de investigación en México existe
, pero solamente gracias a la labor heroica de hombres y mujeres que lo emprenden a contracorriente, así como al financiamiento que le proveen algunas organizaciones de la sociedad civil o fundaciones internacionales.
Pienso en la labor de Regina Martínez en Veracruz, Armando Rodríguez en Ciudad Juárez, Miroslava Breach en Chihuahua o Javier Valdés en Culiacán. ¿No es verdad que la gran mayoría de los trabajos de investigación provienen de los márgenes del periodismo?
Sin el trabajo de Marcela Turati sabríamos menos sobre violaciones a los derechos humanos, los impactos de la narcoviolencia y sus víctimas o los riesgos que sufren los periodistas en México. Sin la inteligencia y dedicación de Daniel Moreno y el equipo de Animal Político no conoceríamos la Estafa Maestra y probablemente Duarte estaría libre; sin el trabajo de Carmen Aristegui no hubiéramos tenido noticia de la Casa Blanca.
Me vienen a la mano otros nombres: Wilbert Torre, Salvador Camarena, Guillermo Osorno… Ahora, no seamos autocomplacientes. ¿Cuántos de esos periodistas están hoy propiamente dentro de una redacción o en alguno de los grandes medios? ¿Periodistas como todos los aquí mencionados no trabajarían para el Washington Post o el New York Times si vivieran en Estados Unidos?
¿Cuántos medios hegemónicos publicaron el escándalo de la Casa Blanca en tiempo y forma? ¿Cuántos, en lugar de ofrecernos la historia del caso, optaron por presentar el video de La Gaviota como noticia principal?
Aristegui tuvo que salir tres veces de los medios para los cuales trabajaba por hacer o intentar hacer periodismo de investigación . Incluso quienes hoy reconocen su labor, en su momento, se pusieron del lado del poder o llegaron exigirle pruebas fehacientes de que, en efecto, tuvo que abandonar el medio para el que trabajaba como resultado de un acto de censura. Otras voces, que hoy se dicen defensoras del periodismo de investigación , intentaron hacer pasar su labor crítica como producto de una visión partidista, incluso de apoyar a López Obrador.
En 1906 Ricardo Flores Magón publicó en “El Colmillo Público” un artículo magistral en el que hablaba de dos tipos de prensa: la prensa de luz y la prensa de sombra , a la cual también se refería como “prensa serpiente”, “prensa cloaca” o “fermento de estercolero”. Para él, la “prensa de luz” era la prensa cercana a la gente, mientras que la “prensa-sombra era “la prensa gobiernista” que “adula por paga”. El texto no tiene desperdicio (https://goo.gl/iMhkUB). Me permito aquí citar en extenso algunos fragmentos:
“La prensa es luz cuando entre las tinieblas de la opresión y la miseria llega a los corazones de los humildes para prender en ellos una esperanza de justicia
(...) La prensa es luz, cuando se enciende en plena orgía de despotismo para sorprender a los opresores y mostrarlos al pueblo tal cual son: débiles y vulgares, sin esa aureola de divinidad que las turbas ignaras pretenden encontrar en cada tirano”.
“La prensa-sombra ha nacido de la imposición, de la amenaza, del terror (…) La prensa-sombra en México es bastante poderosa. Ha crecido con excepcional lozanía vivificada con el dinero del pueblo al que embrutece con beneplácito del gobierno que no ahorra esfuerzo por tenerlo en las tinieblas (…) Mientras que la prensa-luz, la que clama contra el despotismo y aspira al reinado de la justicia, es objeto de persecuciones encarnizadas que demuestran ese horror a la verdad que sienten todos los que no tienen tranquila la conciencia”.
Lejos estoy de pretender denostar al periodismo de investigación que se hace en México , mucho menos negar la labor heroica que han emprendido varios periodistas. Lo que critico es un arreglo político que ha hecho que el periodismo, en general, arroje poca luz y mucha sombra ; que el periodismo de investigación se encuentre relegado a los márgenes en lugar de ubicarse en el centro. ¿O acaso alguien podría afirmar que está en el sitio en que debería estar?
@HernanGomezB