La elección de Trump, la decisión del Reino Unido de votar su salida de la Unión Europea —el Brexit— y el reciente fallido intento de los independentistas catalanes por abandonar España —el Barcelonexit— tienen cinco elementos en común:

1. Son consecuencia de la recesión económica de 2008 y 2009. En Cataluña, por ejemplo, fueron 670 mil desempleados, con otras tantas víctimas de la precariedad laboral, el empobrecimiento y la falta de expectativas. A pesar de que el Junts pel Sí (Juntos por el Sí) es una coalición fundamentalmente de derechas, se sumó a ella una parte de la izquierda catalana, una porción de Podemos y otros cuadros políticos del Movimiento 15-M.

2. El resurgimiento del nacionalismo como un movimiento conservador que busca retomar el control de las fronteras, de la economía y de todo lo que se percibe como una amenaza externa. El slogan de campaña del Brexit era “Let´s take back control” (“Recuperemos el control”); en la elección de Trump, “Let´s make America great again” (“Recuperemos la grandeza de EU”). El nacionalismo catalán no tiene un componente de rechazo a la globalización como aquéllos, aunque es igualmente defensivo. De larga data, ese nacionalismo ha estado siempre ligado a la pretensión de sus élites de obtener mayores privilegios sin solidarizarse con el país al cual en última instancia debe buena parte de su prosperidad.

3. Un racismo explícito y otras veces oculto, combinado con posturas anti inmigrantes. En el Reino Unido, por ejemplo, una encuesta encontró que casi tres cuartos de quienes votaron por abandonar la Unión Europea compartían una preocupación por el tema migratorio, siendo quizás una de las principales motivaciones de su voto. Al ser criticado por su agenda racista y anti-islámica, Nigel Farage aseguró que “de ninguna manera es racista decir que debemos controlar la cantidad y la calidad de los migrantes que entran al Reino Unido”. Y aunque entre los independentistas catalanes de hoy no se escuchen expresiones de racismo abierto, tan sólo hace falta revisar el compendio de pensamientos de Heribert Barrera, ex presidente que Esquerra Republicana de Cataluña de 2001 (Què pensa Heribert Barrera?, 2001), fuerza que hoy integra el Junts pel Sí). El político afirmaba: “hay una distribución genética en la población catalana que estadísticamente es diferente a la de la población subsahariana, por ejemplo. Aunque no sea políticamente correcto decirlo, hay muchas características de las personas que vienen determinadas genéticamente y la inteligencia es una de ellas”. El mismo dirigente aseguraba que “el cociente intelectual de los negros en Estados Unidos es inferior al de los blancos”.

4. El resentimiento contra las élites dirigentes. Grupos que resienten un estilo de gobernar donde no se les escucha ni se les incluye. En España el estilo de gobernar de Mariano Rajoy y el PP, su negativa a escuchar a la disidencia y a dialogar con las fuerzas que proclamaban mayor autonomía o llamaban a reformar el sistema político español, permitió al independentismo catalán ganar muchos más adeptos de los que de otra forma hubiera alcanzado. La cerrazón del gobierno español radicalizó incluso a los moderados y dio fuerza política a sus adversarios.

5. La irresponsabilidad, el cortoplacismo y el oportunismo de sus dirigentes. Políticos como Carles Puigdemont, Oriol Junqueras, Nigel Farage, Boris Johnson o el propio Donald Trump han sabido lucrar con los sentimientos populares más retrógradas en una era de crisis económica, social y política para promover proyectos políticos personales. Dirigentes que se sienten valientes por su osadía e “incorrección política” desencadenan procesos sin hacerse cargo de sus consecuencias. El primer premio de narrativa breve lo ha ganado sin duda Puigdemont. Un cuento que dice así: “Érase una vez un tío que proclamó una república y al día siguiente pidió asilo en una monarquía”.


Analista político. @hernangomezb

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