El gobierno ha hecho una apuesta fuerte para r ecuperar los medios públicos –particularmente la televisión – que en los últimos años ha caído en el abandono presupuestal. Para ello, ha anunciado una política de Estado en materia de comunicación social que armonice la labor de los distintos medios públicos a través de una acción más coordinada, tal y como lo prevé la legislación desde 2014.
Aparentemente, quedarán atrás esos tiempos en que los canales públicos trataban fundamentalmente de temas culturales . La 4T pretende utilizar toda la infraestructura de estos espacios para informar acerca de sus políticas , aunque también para generar una pluralidad de voces y opiniones sobre un amplio abanico de temas, incluidos los de carácter político.
Nada de esto debiera sorprender. Varias democracias avanzadas combinan la presencia de medios privados –que por su naturaleza suelen orientarse hacia la rentabilidad comercial– con una red de medios públicos capaces de ofrecer información de interés público, sin perseguir un interés lucrativo.
En las condiciones actuales del país, donde existe una alta concentración de oligopolios mediáticos , los medios públicos pueden ser un importante contrapeso, un espacio capaz de dar voz a muchos grupos sin voz, abordar otro tipo de temas, e incluso incorporar una óptica más regional.
Algunos analistas han expresado dudas sobre el modelo de medios públicos que pretende establecer el gobierno de López Obrador (https://bit.ly/2HQ5m04). Con la permanente paranoia que genera entre las élites que la 4T se parezca a la Revolución Bolivariana , el elefante en el cuarto es que se pretenda crear una cadena estilo TeleSur, donde la comunicación pública se oriente a partir de una lógica partidista de propaganda política y adoctrinamiento ideológico.
A juzgar por los anuncios recientes, nada parece indicar que el nuevo gobierno pretenda crear un modelo de comunicación similar al de “ la izquierda autoritaria ”, como lo señaló a este columnista el vocero Jesús Ramírez Cuevas en una reciente conversación.
Para empezar, el presidente no ha sugerido a militantes políticos ni a figuras incondicionales para ubicarse al frente de estos espacios. Se trata en su mayoría de profesionales de la comunicación y figuras que han defendido el derecho a la información y han dado importantes batallas a favor de la democratización de los medios .
Si bien se trata de perfiles mayoritariamente ubicados en el campo de la izquierda, no han sido nunca acólitos del obradorismo. Forman parte de ese equipo periodistas independientes de sólida trayectoria como Jenaro Villamil, quien en caso de ser aprobado por el Senado ocupará el Sistema Público de Radiodifusión o Sanjuana Martínez , que habrá de dirigir Notimex , donde deberá recuperar una institución que está casi enteramente controlada por el sindicato.
Para quienes se han desempeñado en la causa del derecho a la información no deja de ser un triunfo la inclusión de perfiles como el de Gabriel Sosa Plata , al frente de Radio Educación, o Aleida Calleja, quien ocupará el IMER. El hecho de que Calleja sea cercana al panismo (e incluso haya participado en un acto público de apoyo a Anaya), puede incluso ser una muestra de pluralidad.
En general, se trata de perfiles comprometidos con una causa y que, todo hace suponer, buscarán defender la autonomía de los espacios que encabecen. Así lo hicieron ver varios de ellos en conversaciones que sostuvimos recientemente.
Parece haber indicios de que efectivamente estas figuras harán valer la autonomía de los medios públicos. Tan solo en noviembre del año pasado tres de los propuestos (Villamil, Sosa y Calleja) firmaron un desplegado de AMEDI en contra de una propuesta de los diputados de Morena , confusa y poco sustentada, que presuntamente le otorgaba a Gobernación una suerte de control sobre los medios públicos (https://bit.ly/2Dbgy1t).
Al invitarlos a sumarse, el presidente hizo un firme compromiso de no meter “ni una coma” en su cobertura informativa y, tanto en público como en privado, ha dicho que les permitirá trabajar con “absoluta autonomía”. Los convidados señalan también que los medios públicos son del Estado , no del gobierno, por lo que serán de carácter público y no gubernamental.
No será sencillo conquistar medios públicos independientes del poder porque hasta ahora ésta no ha sido la realidad. Basta ver cómo en algunas entidades del país estos medios están directamente bajo las órdenes de los gobernadores. El propio Jenaro Villamil afirmó categórico en septiembre del año pasado, durante un foro sobre el papel de los medios públicos en la Cámara de Diputados: “no hay medios públicos en México. Hay medios oficiales, gubernamentales y gubernamenteros ”. Cambiar esta historia será un gran desafío.
@HernanGomezB