Quien seguramente está muy arrepentido de incurrir en una de sus tantas contradicciones es el polémico, y cada vez menos comprensible, Andrés Manuel López Obrador.
Después de decir con insistencia que por apego a sus principios no buscaría alianza con el Partido Encuentro Social (PES), ahora vemos que sus principios no son nada sólidos y que lo suyo lo suyo es la incongruencia, pues es lo único que ha demostrado con esta decisión de evidente cálculo electoral. Y es que él sabe que desde hace mucho llegó a su tope y difícilmente podrá crecer más en la preferencia electoral.
Esto es natural para alguien que se ha mostrado a la opinión pública durante 18 años como eterno candidato. En estas casi dos décadas López Obrador ha sostenido su núcleo de adeptos, pero cada vez acrecienta a un sector de opinión contraria dentro de la población.
Más grave es aun cuando al interior de Morena aquellos identificados con la izquierda radical han alzado las voces contra esa evidente personal decisión.
Lo cuadros más cercanos de Andrés Manuel López Obrador están convencidos de lo difícil que resulta la posibilidad de que Andrés logre el triunfo en los comicios de 2018; entre los más representativos se encuentra Ricardo Monreal, quien prefirió mantener su posición como posible candidato a la Ciudad, antes de aceptar la futurista propuesta de Secretario de Gobernación, y no sólo porque ahora se sepa que Andrés Manuel no cumplió con su palabra. La motivación de Ricardo es de evidente cálculo.
Las pifias consistentes de Andrés, quien ante su desesperación pretende aglutinar al mayor número de los sectores de la población posibles, en el fondo lastiman más al sector que le ha dado la fuerza electoral que hoy tiene.
Todo esto no lo desconoce López Obrador, quien, seguramente ante su experiencia política, sabe que el peor de los riesgos es el riesgo innecesario; entonces, si ha corrido el riesgo de lastimar a su núcleo duro con sus recientes tomas de decisión, está más que claro que Andrés lo único seguro que tiene es que precisamente no cuenta con nada seguro.
Son muchos los que hoy buscan arroparse bajo el nombre de López Obrador, sabedores de que un voto para López Obrador posiblemente sea un voto para Morena. La gran mayoría de los candidatos de Morena que han participado en los últimos comicios electorales son literalmente desconocidos, arribaron a la vida política de forma circunstancial y en la mayoría de los casos sin ningún talento evidente, por ello está más que claro que López lo que busca es obtener lo más que pueda de votos de su anterior partido, del que fuera presidente, llevándose a sus filas a todos aquellos que por diferentes causas dejaron de ser importantes para el partido del sol azteca.
A esto aplica la muy conocida frase “ante lo perdido, lo que aparezca es bueno”.
Ex secretario de Movilidad del Gobierno de la Ciudad de México