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En estas últimas semanas los escenarios políticos han cambiado, lo que abre nuevas oportunidades y peligros para diferentes actores. Pero esto no es sorpresa, en política los escenarios siempre son cambiantes; un discurso, una revelación, un error o un simple tropezón pueden abrir caminos y posibilidades o cerrarlos.
El 2019 se modificó por la muerte de cinco personas en un accidente; entre ellos, la gobernadora, que unos días antes tomó posesión del cargo, y su esposo senador; así como por el triunfo priista en la alcaldía de Monterrey.
Por un lado, el trágico suceso ocurrido en Puebla cambió el escenario electoral: tendremos 6 elecciones en lugar de 5; donde 2 serán para gobernador. Obviamente tenemos que esperar a que las investigaciones revelen las causas de lo ocurrido, pero, suponiendo sin conceder que fuese un accidente, los partidos deben buscar consensos políticos que permitan dar vuelta a la página a esta tragedia y reencauzar al estado para que vuelva a su vida normal; con un gobierno que verdaderamente los represente y que atienda sus necesidades; más allá de cacicazgos, familias o grupos políticos que impiden salir de la problemática que viven: inseguridad, huachicoleo o, peor, como marca Coneval: que una de cada seis personas vive en condición de pobreza; problemas que, evidentemente, las últimas dos administraciones no han podido resolver, ni siquiera encaminar o intentar solucionar.
Por otro lado, el triunfo del PRI en Monterrey nos deja ver, primero, que con trabajo, perseverancia y responsabilidad con nuestros electores y firmeza en nuestros postulados podemos obtener victorias electorales. Con este triunfo mantenemos una ciudad ícono del desarrollo económico nacional, la tercera ciudad más importante del país y que tiene más habitantes que los estados de Nayarit, Campeche, Baja California Sur o Colima. Segundo, con esta victoria para seguir siendo gobierno en Monterrey nos es claro que estamos entendiendo el mensaje de los electores, pero más importante: estamos recuperando, mediante la responsabilidad con nuestra gente, las bases que hicieron grande a nuestro partido.
Afortunadamente, la presidenta Ruiz Massieu está guiando al partido con firmeza y sin dejarse chantajear durante todo este proceso de recuperación, reconstrucción y cambio; ofreciendo propuestas claras, viables y en unión con sus bases. El proceso de reconstrucción nos exige, a militantes y simpatizantes, que tengamos confianza en nosotros mismos y lealtad a nuestra institución.
En este nuevo escenario están en juego diferentes posiciones políticas: las 6 elecciones que se llevarán a cabo son en territorios gobernados por el PAN, por lo que es quien más tiene que perder y donde cualquier pérdida lo debilitará irremediablemente para la elección intermedia; con la derrota de Morena se le borrará su halo de invencibilidad. En cambio, el PRI es quien más tiene que ganar: cualquier incremento en votos será una victoria y un triunfo nos pondría en un rumbo muy firme para la elección de 2021; reafirmándonos como el partido que más tiene que ofrecer, con las propuestas más sensatas, con el programa más viable de realizar, sin estridencias y sin dividir al país. Cualquier victoria se sumará al gran potencial que tiene el PRI.
No podemos negar que la elección pasada fue una derrota para el PRI; no es menor, pero es solo eso, una derrota. No por eso caigamos en el error de creer que somos un partido pequeño: somos el partido con más gubernaturas y que tiene presencia en todos los municipios del país. Si seguimos creyendo en nosotros mismos y reconstruyéndonos en unidad llegaremos con gran fortaleza al 2021.
Estamos iniciando un nuevo año, con nuevas posibilidades y nuevas oportunidades, hay mucho trabajo por adelante. No es la primera vez que nos recuperamos de una derrota: lo hemos hecho en gobiernos municipales, estatales y en la Presidencia de la República. En esto se basa la democracia que nosotros ayudamos a construir.
Economista.
guillermo.ruizdeteresa@yahoo.com