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Independientemente del tiempo electoral, los recientes acontecimientos en nuestra frontera norte son asuntos de Estado. Los dichos e injurias del presidente estadounidense hacia los mexicanos se están convirtiendo en amenazas y, ante esto, es indiscutible que tenemos que unirnos para defender, como lo dijo el presidente Peña Nieto, la dignidad y la soberanía nacional.
Esta no es la primera vez que una administración estadounidense envía tropas de la Guardia Nacional a la frontera con nuestro país; sin embargo, la diferencia radica en la estridencia con que se hace esta vez. El problema no es que haya militares en la frontera (entre dos mil y cuatro mil militares en más de tres mil kilómetros de frontera representan, si acaso, un militar por km), porque todos entendemos que cada país es libre de hacer, en su territorio, lo que mejor le convenga; pero lo indignante es que la presencia militar esté acompañada de insultos y faltas de respeto: si yo camino en mi casa con un arma en la mano represento un peligro, pero si insulto al vecino mostrándole el arma me convierto en una amenaza creíble.
Esta amenaza no se puede entender fuera del contexto de su política interna. Tal parece que la acción de Trump es una respuesta caprichosa y, supuestamente bizarra, a que su Congreso decidió no aprobar el presupuesto para la construcción del muro. Parece que esta acción nos hace recordar aquella frase de John Dulles, secretario de Estado de Eisenhower: Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses. Por esto, creo que la respuesta del presidente Peña fue necesaria, clara y concisa: si sus recientes declaraciones derivan de una frustración por asuntos de política interna, de sus leyes o de su congreso, diríjase a ellos, no a los mexicanos.
Hay que reconocer también que, sin importar que nos encontramos en proceso electoral, los cuatro candidatos a la Presidencia, con evidentes diferencias ideológicas, olvidaron rencillas e intereses particulares para defender la dignidad nacional. Esto también fue reconocido por el presidente Peña donde citó, por orden alfabético, a cada uno de ellos en su respuesta ante la estridencia de Trump; que nos ataca sin razón y sin justificación alguna.
Al mismo tiempo, los gobernadores mexicanos han declarado públicamente su respaldo al jefe de Estado mexicano. Por el contrario, las reacciones de los gobiernos estatales de Estados Unidos no van en apoyo a lo dicho por su presidente: los gobiernos de Oregón, Montana y Nevada ya declararon que no enviarán tropas por no estar de acuerdo con el plan para militarizar la frontera.
Ahora bien, esta declaratoria de unidad nacional mexicana tiene que extenderse, particularmente, a las asociaciones privadas y a empresarios que tienen relación con empresas estadounidenses; han sido décadas para lograr una relación de madurez y amistad con el pueblo norteamericano y, para mantenerla, necesitamos estar unidos.
Un ejemplo de lo anterior son los estorninos (pájaros que migran desde Rusia a Israel para pasar el invierno) que vuelan unidos formando un solo cuerpo y su aletear crea una brisa que puede golpear y desorientar a sus depredadores ¡Este es un ejemplo de la naturaleza, como muchos otros, donde la unión hace la fuerza!
Estamos a mitad de la negociación para modernizar el TLCAN, pero esa relación comercial no puede poner entredicho la dignidad nacional. El presidente Peña hizo bien en retomar las palabras de Kennedy, dichas en un momento álgido por la crisis de los misiles en Cuba: no negociaremos con miedo, pero nunca vamos a tener miedo a negociar.
Todo lo acontecido en estos días nos deja en claro que el futuro de México no puede depender del gobierno de Estados Unidos, sino únicamente de nosotros. En los momentos de crisis, la unidad nacional no puede ser cuestionable.
Tenemos que ser los arquitectos de nuestro propio futuro, de nuestras oportunidades, de nuevas opciones, pero, sobre todo, de ¡presentarnos unidos para ser fuertes ante nuestras propias debilidades!
Coordinador general de Puertos
y Marina Mercante.
guillermo.ruizdeteresa@yahoo.com