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Con la integración de las Cámaras de Diputados y Senadores, y la entrega del Sexto Informe de Gobierno, inició el cierre de esta administración. Pronto tendremos a quienes deberán aprender a ser gobierno, otros que aprenderán a ser oposición y aquellos cachirules que hacen lo que saben: brincar de un lado a otro buscando su conveniencia ¡sin importarles la ética! Estos nuevos protagonistas implicarán cambios de forma y de fondo; un nuevo estilo al que habremos de acostumbrarnos.
Todas las democracias consolidadas necesitan una oposición sólida y constructiva. Para el caso mexicano es necesario que un partido serio, como el PRI, trabaje en su agenda legislativa y en las posturas temáticas partidarias; no se trata de obstaculizar todo; o peor, cambiar votos por prebendas, se trata de tener un discurso claro y socialmente congruente que dé, a miembros y simpatizantes, conocimiento de qué quieren alcanzar y cómo. Al mismo tiempo, el PRI tendrá que reorganizarse frente a su elección interna del siguiente año para salir fortalecido y ser opción política otra vez.
En 2019 se elegirán 142 cargos locales en 5 estados: gobernador, alcaldía y Congreso en Baja California; alcaldías en Aguascalientes y Durango y; Congresos estatales en Tamaulipas y Quintana Roo. Si el PRI quiere obtener el triunfo, necesita un discurso que, con el “paraguas” nacional, tenga características locales; saber con certeza qué puede ofrecer, comprometer y, sobre todo, lograr. Algunos dirán que es muy pronto para pensar en las próximas elecciones, pero los procesos electorales ya comenzaron en Baja California y Tamaulipas y otros comenzarán en los próximos meses.
Antes de decidir quiénes serán los candidatos, el PRI tiene que trabajar en una estrategia unificada electoral y de gobierno. Primero, reconocer que irá solo en estas elecciones; afortunadamente ya quitaron a las rémoras; mejor dicho, ¡se fueron solas! Segundo, tener claro qué hizo este gobierno federal, qué hizo el PRI en cada uno de sus gobiernos y saber cuáles son los proyectos que demanda la gente: es importante tener un discurso con argumentos que se puedan transmitir a la ciudadanía para dar a conocer en lo que se trabajó y lo que puede ofertar localmente.
Al mismo tiempo, la estrategia tiene que reconocer los liderazgos locales para saber cómo se conformarán las dirigencias estatales y municipales, los sectores y los candidatos: pensar cómo van a funcionar estratégicamente porque si no trabajan juntos, no van a lograr ganar. Esta elección será parte fundamental para el PRI en su nueva coyuntura: sin Presidente de la República y con rechazo de varios sectores. Será sin duda el primer paso para saber cómo va a funcionar el partido hacia el futuro.
Por su parte, al interior del partido tendrán la elección de dirigencia del Comité Ejecutivo Nacional. Una elección complicada en la que se debe trabajar con voluntad, lealtad y el compromiso de cada uno de sus miembros y organizaciones. Esta elección tiene que ser preparada con antelación porque los militantes deben tener claro qué tipo de liderazgo necesitan y una visión del partido a corto, mediano y largo plazo. En esta difícil etapa deben trabajar en cómo será el proceso, el perfil deseado de sus contendientes y una elección que no divida, sino que fortalezca.
La elección federal pasada consolidó la democracia, pero en ese camino, es necesario tener un gobierno con oposición política fuerte. Sin duda alguna, el PRI tiene frente a sí un momento difícil y es necesario reconocer que el partido requiere del apoyo y trabajo de todos sus militantes: la mezquindad no puede ser moneda de cambio a la hora de reconstruir el partido. La actual dirigencia necesita y merece el apoyo incondicional para lograr superar estos retos porque implican mucha preparación, estudio, serenidad, disciplina y diálogo para entender los diferentes asuntos del partido. Estoy seguro de que el PRI tiene todo para lograrlo.
Coordinador general de Puertos
y Marina Mercante