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El mundo no se ha recuperado por completo tras la crisis económica de 2008. A pesar de que algunos países reportan exitoso crecimiento, a nivel global no han llegado al 4% en los últimos años.
Mientras esta recuperación aún no ocurre, la población continúa aumentando y la tecnología nos sorprende todos los días. Los cambios tecnológicos han transformado el contenido y la velocidad de las comunicaciones, el “diálogo” político y la participación ciudadana se convierten en procesos más horizontales a través de las redes sociales y la economía global se ha modificado dramáticamente.
Hace apenas pocos años no imaginábamos que podríamos conocer el tiempo exacto para trasladarnos de un lugar a otro, que algunas industrias se verían amenazadas por aplicaciones que contactan directamente a los usuarios o que existirían automóviles que no requieren de conductor. Estos cambios también tienen consecuencias negativas, particularmente en aquellos sectores o industrias donde el trabajo de las personas puede ser desplazado por una máquina.
¿Qué tan lejos está ese “futuro”?
De acuerdo con McKinsey Global Institute, alrededor de 50% de las actuales actividades de trabajo son automatizables con tecnologías probadas. Su impacto hacia el año 2030 en un escenario de rápida adopción de nuevas tecnologías podría llegar a afectar a 30% de los trabajadores de todo el planeta. Las personas con empleos administrativos, servicios, producción y transportación son los más susceptibles a ser desplazadas, mientras que aquellos empleos relacionados con la educación, arte, salud, servicios financieros y científicos tienen menor probabilidad de ser sustituidos por los nuevos procesos.
Las oportunidades laborales para los jóvenes serán más escasas; tienen tres veces mayor probabilidad de no conseguir un empleo que un adulto. A nivel global las personas menores de 30 años representan más de la mitad de la población, sin embargo solo 1.9 por ciento de los parlamentarios del planeta pertenecen a ese grupo de edad y 7 de cada 10 países prohíben sus candidaturas.
Los países ricos y desarrollados son aquellos en donde la automatización tendrá un mayor impacto, y es precisamente en muchos de ellos donde se ha convertido a los migrantes en la presa del discurso de odio de políticos populistas que prefieren esa salida fácil en lugar de gobernar con responsabilidad. Es urgente una mayor responsabilidad de todos los políticos en todas las naciones.
Es necesario fortalecer las democracias y las libertades, consolidarlas como alternativas viables frente a modelos poco democráticos pero que presentan tasas de crecimiento altas. Contar con gobiernos más profesionales, eficientes, menos costosos, técnicamente capacitados, más cercanos a la población y con una más rápida capacidad de respuesta a las demandas ciudadanas es indispensable. Las personas esperan de sus gobiernos la misma velocidad que cuando compran algún producto o servicio en línea.
Por otro lado, los modelos educativos deben modificarse para que puedan ser la mejor oportunidad para que millones de jóvenes consigan un empleo al satisfacer las necesidades de un mercado en constante cambio. Los modelos de educación dual y las políticas gubernamentales sobre innovación han probado su efectividad.
Si bien las políticas sociales ya existen en prácticamente todo el mundo, se convertirán en una herramienta de inclusión indispensable para grupos indígenas, migrantes, jóvenes, familias en pobreza, entre otros.
La relación entre los sectores público y privado debe mejorar. El desarrollo de estrategias nacionales de empleo, subsidios para jóvenes, iniciativas para autoempleo y emprendimiento, transición hacia economías formales, inversión en industrias verdes han sido ejemplos exitosos en varios países.
La agenda de trabajo de los gobiernos debe considerar no sólo los desafíos del presente sino aquellos que un futuro muy cercano nos advierte. La magnitud de estos cambios debe ser, a través de las políticas adecuadas, la oportunidad de crecimiento e inclusión tan urgente en un mundo lleno de injusticia y desigualdad.
Senadora