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Cada dos años la población estadounidense elige a la totalidad de su Cámara de Representantes y a un tercio del Senado. Estas elecciones son decisivas, pues mediante ellas Estados Unidos da un voto de confianza al partido en el poder o deciden imponer un “muro” a sus acciones al reconfigurar la mayoría en el Capitolio. Así, a medida que se acercan las elecciones de medio término en el país vecino, la discusión en torno a sus potenciales resultados comienza a tomar la posición central en el debate público.
Lo anterior no sorprende al considerar todo lo que estará en juego para el próximo 6 de noviembre. En esa fecha se elegirán 35 asientos del Senado, 36 gubernaturas estatales y la totalidad de los 435 lugares en la Cámara de Representantes. Pese a que las elecciones más populares son las presidenciales, la reconfiguración del Congreso tiene un papel clave. Tanto las decisiones en términos de su política interna como de la exterior dependen en gran medida de esta institución. Y hay que decirlo, también temas cruciales y que atañen a nuestro país, como el debate migratorio o el control de armas que tanto afecta a los estados limítrofes, pueden cambiar de rumbo luego de estos comicios.
La necesidad del Partido Demócrata por reposicionarse en la Cámara de Representantes no atiende únicamente al desafío que la victoria del presidente Trump ha supuesto para los miembros de dicho partido, sino también al hecho de que los demócratas han sido una minoría en la Cámara Baja desde el año 2010. Con ese panorama, noviembre presenta un franco desafío si se desea revertir el dominio republicano en el Congreso. Concretamente, para alcanzar una mayoría los demócratas necesitarían mantener los 194 puestos que controlan actualmente, y ganar 24 asientos adicionales pertenecientes al Partido Republicano.
Para dar una lectura de estos comicios hay que tomar en cuenta los resultados de encuestas recientes. El proyecto “FiveThirtyEight”, encargado de recopilar y promediar los diferentes resultados de distintas encuestadoras para las elecciones de noviembre, muestra que actualmente una victoria demócrata es posible. Un 47.4% de los encuestados afirma que apoyaría al Partido Demócrata en el poder legislativo, mientras que sólo un 39.7% estaría a favor a los republicanos. Asimismo, al observar los fluctuantes niveles de aprobación presidencial —bajo los cuales actualmente Trump cuenta con una desaprobación del 52.4% contra un 42.2% de aprobación—, se podría decir que las preferencias electorales en los meses previos a estas elecciones muestran una tendencia favorable para los demócratas.
Por otro lado, con los resultados en las elecciones primarias del pasado 14 de agosto en los estados de Wisconsin, Connecticut, Minnesota y Vermont, el Partido Demócrata ha demostrado el tipo de candidaturas que planea impulsar, dejando ver un claro enfoque en la inclusión y apoyo a la diversidad. En Vermont, los resultados significaron que por primera vez en la historia un candidato transexual se perfile para la gobernación de dicho estado. También, la postulación de Jahana Hayes a congresista para Connecticut la convertiría en la primera mujer afroamericana de aquel estado en servir al Congreso de Estados Unidos. Finalmente, estas elecciones han resultado también en que la legisladora Ilhan Omar se convirtiera en una de las primeras mujeres musulmanas en el Congreso de dicho país.
Si bien todavía es difícil afirmar que los demócratas van a lograr la victoria que ambicionan, lo que sí se puede aseverar es que con estos resultados, su partido ya comienza a trazar la historia en materia de inclusión para los próximos años, consolidándose nuevamente como una opción política contraria a la hostil retórica del presidente Trump.
Senadora. @GabyCuevas