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La #CaravanaMigrante ha tomado por asalto la agenda política, social y diplomática entre México, los Estados Unidos de América y los países de Centroamérica. Las dramáticas imágenes y testimonios de la columna humana que se abre paso poco a poco desde el Suchiate en dirección al Río Bravo nos confrontan con una dolorosa pero no nueva realidad: la de la migración masiva de sur a norte, de países pobres a naciones ricas e industrializadas.
Las escenas son sobrecogedoras y encienden pasiones. En muchos casos sale a la superficie la solidaridad que caracteriza a la sociedad mexicana en situaciones de emergencia, pero también, hay que reconocerlo, podemos ver otro rostro: el del rechazo visceral a los migrantes, las expresiones racistas, clasistas que parecen copiadas del libreto de personajes como Donald Trump o Marine Le Pen. Estas a su vez provocan reacciones de condena y descalificación, lo cual lleva, sobre todo en redes sociales, a gritos, sombrerazos, insultos de un lado y otro. Perdidas en medio del griterío, las voces de ciudadanos que están auténticamente preocupados por el impacto que tienen los flujos repentinos y desordenados de migrantes en sus comunidades.
He seguido muy de cerca la discusión y participado en ella porque me interesa, me afecta, porque toca mis fibras emocionales morales. Porque mi vida y la de mi familia ha estado siempre acompañada por el tema de las migraciones, de la extranjería. Por ello, les comparto algunas consideraciones adicionales:
Pedir solidaridad, trato digno y humanitario y respeto a los Derechos Humanos de los migrantes es un acto de congruencia elemental para cualquier mexicano que en su momento haya pedido lo mismo para nuestros paisanos. Es también un acto de congruencia para quien profese los valores judeo-cristianos del amor al projimo o, fuera de creencias religiosas, para quien cuente en su genealogía con antepasados que hayan sido migrantes o refugiados. Y somos un país de migrantes y migraciones.
Parece haber un esfuerzo concertado en redes sociales para atacar a la #CaravanaMigrante con mensajes racistas y xenófobos desde cuentas anónimas y/o artificiales. Muchas de ellas estuvieron muy activas en las recientes campañas presidenciales en México, lo cual parece indicar que se trata de lo que se conoce en el medio como bots o “granjas”. ¿Quien estará detrás de esto?
Apoyar a los migrantes o buscar generar conciencia acerca de los problemas que enfrentan no quiere decir olvidarse de los retos de millones de mexicanos. Para mi la solidaridad y la empatía no están restringidas a una sola causa o grupo de personas y la ayuda se brinda de muchas maneras diferentes. Pero hay un argumento que se esgrime con frecuencia: ¿A cuantos vas a adoptar tú?
A todos los que me sugieren adoptar o recibir migrantes en mi casa, les pregunto: ¿Se consideran pro-vida o anti-aborto? De ser así ¿a cuantos niños no deseados han adoptado? Independientemente de los aportes que sí hago en lo personal, que no me voy a poner a presumir, creo que expresar opiniones que promuevan una discusión madura y abierta sobre este tema es, también, una manera de ayudar. Se trata no solo de abrir fronteras, sino de abrir mentes.
La migración ilegal genera disrupciones, a veces severas, en las comunidades receptora que tenemos que reconocer y atender. Son muchas las inconformidades y preocupaciones legítimas de las comunidades afectadas y exponerlas no es igual a ser racista o xenófobo. Por eso la importancia de que la migración sea ordenada y no clandestina y de que las políticas públicas enfrenten los problemas y no traten de ignorarlos.
No creo que el insulto o la descalificación sean la vía para que quienes rechazan a los migrantes cambien su parecer, ni viceversa. Se requiere más información, datos duros, argumentos sólidos y no emocionales.
No es este un problema que vaya a desaparecer por obra y gracia de la retórica o del decreto. No hay soluciones fáciles ni tampoco varitas mágicas, así que más nos vale analizarlo y debatirlo en serio porque estará con nosotros por mucho tiempo.
Analista político y comunicador