A siete meses, está claro que el gobierno no sabe a dónde va. Con dos secretarios de Hacienda y la reiterada defensa presidencial de un manifiesto político como Plan Nacional de Desarrollo, el país camina hacia el precipicio mientras la nueva élite del poder nos promete el reino de la abundancia. Quizá porque su única preocupación real es la construcción de una hegemonía transexenal.
Entre los muchos efectos preocupantes de las acciones del gobierno está el impacto negativo que tendrán en la desigualdad social y económica. Como muy pocos, este gobierno hará más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, a quienes les ha quitado uno de los pilares en los que se sostiene la igualdad de oportunidades: el acceso a una educación pública de calidad.
En sentido contrario a sus retóricas declaraciones propagandísticas, las acciones del Presidente, el único que toma decisiones, están encaminadas a ensanchar y a perpetuar la desigualdad económica y social. Bajo el lema “primero los pobres” se aplican medidas que, en vez de disminuir la pobreza, tienden a multiplicarla. Hay muchos ejemplos, pero hoy sólo quiero referirme a uno de gran trascendencia.
La cancelación de la reforma educativa tendrá los efectos más profundos y de más largo plazo. Sacrificada en el altar de la alianza electoral del actual presidente con la temible Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la posibilidad de una educación pública de calidad está siendo sustituida por escuelas de adoctrinamiento, como ocurre en Michoacán, donde la CNTE tira a la basura los libros de texto gratuito para utilizar fotocopias de su modelo alternativo.
Como es bien sabido y se ha probado en muchos países, como Singapur, la educación pública de calidad es una de las herramientas más afectivas para superar la desigualdad social y económica. En un país con niveles de pobreza tan lacerantes, la contrarreforma educativa es uno de los golpes bajos más trascendentes y más dolorosos contra los más pobres, aquellos que no pueden pagar una educación privada.
La educación de calidad debería arrancar en las escuelas primarias públicas. Esta posibilidad, sin embargo, fue cancelada por un régimen que privilegia a los “ricos” y actúa injustamente. Es muy lamentable que un gobierno que se dice de izquierda actúe bajo los principios más puros del neoliberalismo. No es justo que sólo los ricos puedan pagarse una carrera que les permita salir mejor preparados para competir en un mundo global de altas exigencias.
Al dar ventajas a la educación privada sobre la educación pública, el gobierno de López Obrador ensancha la desigualdad de entrada, condena a los pobres a seguir en la pobreza y los confina al empleo mal pagado. Creo que eso lo sabe muy bien el presidente en su fuero interno, por eso en sus universidades “patito” no se exige examen de admisión. Total, para qué, si sus títulos no les van a servir para nada. Es una actitud perversa y cruel, desalmada.
Cancelar la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México ha sido la acción más llamativa y de más alto costo económico, la medida más irracional, pero la contrarreforma educativa y el hecho de permitir que su aliada, la CNTE, enseñe lo que quiera, es la más inhumana porque condena a generaciones enteras, especialmente en los estados más pobres, como Oaxaca, Chiapas, Michoacán y Guerrero.
Aún faltan las leyes secundarias de la contrarreforma educativa. El presidente ya ofreció a la CNTE que será ella quien las diseñe y Morena quien las apruebe en el Congreso. Si esto ocurre así, López Obrador pasará a la historia como el presidente que renunció a su obligación de garantizar la igualdad de oportunidades para todos. Será el hombre que perdió la razón en el poder.
En las conferencias mañaneras, el Presidente habla de redistribuir la riqueza y transformar el crecimiento económico en desarrollo, pero ninguno de esos dos objetivos se alcanza sin una educación de calidad. Más aún, sin mano de obra calificada no hay crecimiento económico en una sociedad globalizada, de capitalismo salvaje, donde sólo sobresalen los que mejor se adaptan a las transformaciones del mercado.
Integrante del CEN del PAN