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Pocos políticos gastan tanto dinero público como el presidente López Obrador para construirse una imagen. ¿Cuánto cuesta el atributo de “generoso” o el título de “nuevo Benemérito de Las Américas”? ¿Alcanzarán 540 millones de dólares para lograrlo en América Central?
Para nadie es un secreto, ni siquiera para aquellos que aborrecen la política, que el actual Jefe del Ejecutivo cuida su imagen por sobre todas las cosas. Es inevitable que lo haga pues se siente un nuevo Juárez, pero mejorado con genes de Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas, y así quiere pasar a la historia.
Desde antes de tomar posesión, el primer mandatario reveló con hechos su intención de ganar en Centroamérica fama de hombre generoso, humanista, altruista. Ofreció que a partir del primero de diciembre de 2018 habría visas de trabajo y trato humanitario para migrantes rumbo a Estados Unidos. De esa manera, dijo, no habría deportaciones.
Pero más temprano que tarde, como era previsible, el presidente Donald Trump dio un manotazo en la mesa y López Obrador tuvo que rectificar el discurso, lo cual reveló que todo era una operación propagandística para construir su imagen pues en realidad el gobierno ya estaba deteniendo y deportando más indocumentados que antes.
Pero López Obrador no estaba dispuesto a perder en términos de su imagen personal. Quiere que lo consideren generoso, desprendido, un nuevo benemérito, cueste lo que cueste. Así, echó mano al presupuesto público para no perder su imagen de “generosidad” y regaló 30 millones de dólares al gobierno de El Salvador para replicar el programa “Sembrando Vida”, que consiste en regalar dinero. El pretexto oficial fue “disminuir la migración” mediante 20 mil becas.
Pero como tampoco quiere que lo acusen de discriminador, el sábado pasado regaló otros 30 millones de dólares a Honduras y regalará otros 30 millones más a Guatemala, para este año. Y así lo hará cada año, confirmó el canciller Marcelo Ebrard. También se replicará el programa “Jóvenes construyendo el futuro” que consiste en becas de 3600 pesos mensuales.
No es el primero ni el único presidente que gasta en imagen en el extranjero, en eso se parece a Enrique Peña Nieto, quien protagonizó un escándalo por pagar una fotografía con el actor Kevin Spacey, quien envío la selfie a sus más de tres millones de seguidores. Nunca se supo cuánto costo, pero el evento donde ocurrió, según se informó después, tuvo un desembolso de 3.5 millones de dólares a cargo del hoy desaparecido Consejo de Promoción Turística.
El presidente es un hombre convencido de sus propias habilidades como propagandista. Sus conferencias mañaneras, bien montadas con preguntas a modo en muchos casos y con eventos folclóricos para distraer al público, tienen un evidente objetivo propagandístico y él cree que ha obtenido muy buenos resultados, tan buenos que habrían duplicado la aceptación que tuvo en las elecciones de julio.
Para él sólo hay nuevos adeptos, nunca hay algún decepcionado por los efectos de sus políticas, aunque algunos famosos ya lo hayan hecho público en sus cuentas de Twitter.
El 17 de julio pasado, ante una encuesta que mostraba una caída en la aprobación de su gestión, López Obrador afirmó: "nos están apoyando más de los que votaron por nosotros, hay, pues, alrededor de 70, 80 millones de ciudadanos, votaron por nosotros 30, y ahora deben estar a favor de lo que estamos haciendo entre 50 y 60 millones más de los que votaron por nosotros”.
De ahí que no resulte extraño su gasto en imagen, confiando en su propia capacidad de encantamiento. Busca un lugar en la historia y quiere un lugar parecido al de Juárez, el benemérito de las Américas. ¿Qué son 540 millones de dólares para lograrlo? Total, no son de su bolsillo, sino de los impuestos de todos y cada uno de los mexicanos.