Cancelar la reforma educativa tiene como objetivo prioritario mantener una parte de la base electoral que llevo a López Obrador al gobierno. La medida es un salto al pasado. +
Por un lado soslaya la entrega y dedicación de la inmensa mayoría del magisterio nacional, profesores que han entregado su vida a la formación de millones de mexicanos, que lo han hecho con pasión e incluso enfrentándose a las adversidades de un sistema con deficiencias estructurales.
Por otro lado, deja buena parte de la educación primaria en manos de activistas que han provocado los peores niveles de educación en estados como Oaxaca, Chiapas y Guerrero (donde tienen lugar las mayores movilizaciones).
Es una muy mala noticia para todos, incluso para los legisladores de Morena, a quienes valdría la pena preguntar dónde educan a sus hijos.
El país pagará muy caro esa decisión, porque va en sentido contrario a lo que se requiere: una educación de calidad para enfrentar un mundo globalizado, con grandes avances tecnológicos.
Y es que hoy es necesario prepararse para un mundo donde la robotización y la automatización de procesos genere desempleo en muchos sectores, no sólo en las fábricas, sino en hospitales de alta especialidad, en el sector financiero e incluso en la logística de servicios.
En su informe “El futuro de la formación profesional en América Latina y el Caribe: diagnóstico y lineamientos para su fortalecimiento 2017”, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hace énfasis en la necesidad de reinventar la formación académica y profesional ante el acelerado proceso de transformación en los distintos sectores productivos. Y es que dice, en poco tiempo seremos testigos de la obsolescencia masiva de muchas habilidades, ante la digitalización, la robotización y la inteligencia artificial.
Pese a ello, el Presidente parece más interesado en atender la exigencia de ese magisterio que lo llevó al poder, echándose a las espaldas el futuro de millones de niñas, niños y jóvenes, que ya de por sí están inmersos en la pobreza y que ignoran esa realidad amenazante.
La reforma es perfectible, claro, como cualquier política pública que debe irse adaptando a las transformaciones sociales, pero de eso a derogar aspectos esenciales por los pactos que se hicieron campaña, ahí sí hay una gran distancia.
La educación de calidad es una herramienta que permite el ascenso social, la superación de la pobreza, la plenitud de la vida, la comprensión de la realidad. El gobierno, sin embargo, ha decidido ir en sentido contrario a esa lógica y en este escenario el único ganador es el sector más radical del magisterio cercano a Morena. El país, en cambio, es el gran perdedor.
Vocero del PAN