La democracia directa empieza a abrirse paso para complementar a la democracia representativa. ¿Qué quiere decir esto?
Algo simple de comprender. Antes, no había muchas formas de expresarse y menos de hacer llegar esa expresión al lugar de toma de decisiones. Era imposible ser escuchado. Hoy cualquier persona puede hacer llegar su opinión a las redes y con ello a los tomadores de decisiones.
¿Cuánto faltará para que la ciudadanía empiece a utilizar más su voz y delegar menos temas en representantes populares? ¿Cuánto faltará para que los políticos y los comunicadores escuchen a la gente?
Lo que ha sucedido en el mundo en las últimas décadas es que esa nueva posibilidad de comunicación ha fortalecido la capacidad de diversos grupos para articularse en temas específicos, focalizar su esfuerzo y lograr transmitir sus ideas.
Así han surgido múltiples grupos y organizaciones que se unen alrededor de causas comunes y actúan en colectivo. Esto también genera conocimiento especializado y actualizado. Sabe más hoy la organización privada Michou y Mau sobre niños quemados y su tratamiento, que el mismo sector salud mexicano.
Antes algo así era muy difícil, si no es que imposible, y por eso es que históricamente, la sociedad se ha organizado a través de la democracia representativa. El ciudadano vota por una persona que lo representa en el Congreso que se supone, votará en función de lo que la mayoría de sus electores opinen, pero no ha sido práctica común que los diputados o senadores, consulten directamente a sus representados para decidir el sentido de su voto.
Consultas populares, referéndums, plebiscitos, todas ellas figuras de democracia directa, son frecuentemente utilizadas en Europa.
Estas formas de consultas populares cuentan con un marco jurídico para organizarse y sustentarse con el rigor que les de legitimidad y validez vinculatoria.
Lo que está sucediendo en nuestro país, es el inicio del tránsito por un camino que nos puede llevar a una importante transformación democrática. Un cambio que fortalezca la democracia representativa con instrumentos de democracia directa.
Esto va a orillar a quienes estén interesados en promover uno u otro tema en la arena legal, a considerar al ciudadano. Las personas serán escuchadas. No bastará hacer cabildeo con los diputados y senadores, sino que tendrá que informar y convencerse al electorado directamente.
Como consecuencia, el ciudadano estará cada vez más preparado para ser consultado sobre casi cualquier cosa. Y la democracia dejará de ser solamente electoral para ser mucho más participativa.
Se tenía que empezar de alguna manera y el fin de semana pasado así sucedió.
Y no sucedió espontáneamente, sino inducido por el presidente electo, quien ya anunció que esta forma de consulta se irá perfeccionando, legal y organizativamente.
Llama la atención el terror de algunos comentaristas por el “atrevimiento” de Andrés Manuel López Obrador de consultar a la gente. Solo así se puede iniciar un proceso de maduración general y de involucramiento colectivo en la cosa pública.
Ex presidente Ejecutivo de Fundación Azteca.
Presidente del Compromiso Social
por la Calidad y Equidad Educativa