El domingo pasado sufrí un shock. Se me rompió el corazón al ver las imágenes de las Cascadas de Agua Azul secas, porque desde niño siempre me cautivaron Chiapas y sus indígenas y dentro de Chiapas, obviamente esas espectaculares Cascadas, símbolo de fuerza, belleza y fuente de empleos.

Ese ícono de la naturaleza mexicana y la Selva Lacandona secándose espeluznantemente. Las cascadas gradualmente se están muriendo. Frente a ello, algunas autoridades negaron la posibilidad de que la disminución de su cauce fuese error humano. Con celeridad atribuyeron su repentina sequía a los terremotos.

Pero lo cierto es que la lenta muerte de Agua Azul se corresponde con el gradual deterioro de la Selva Tropical Húmeda de México.

¿Quieren cifras duras? La superficie de selva se ha reducido de 1.8 millones de hectáreas a sólo 400 mil.

Entonces ¿seguirá produciéndose agua? ¿Seguirán vivas sus cascadas y ríos?

El fondo no es encontrar culpables de la tragedia ambiental, sino responsables de rescatar nuestro medio ambiente. Ahí sí hay espacios que ocupar. Todos tenemos alguno.

Debemos aprovechar la repentina desaparición de las Cascadas de Agua Azul y su regeneración, como ejemplo de la tragedia ambiental a nivel global y nacional, que ilustra el ataque directo del ser humano a la naturaleza.

¿Para qué? Para hacer entender que es nuestra responsabilidad como civilización mantener las condiciones ambientales que permiten la existencia del ser humano.

¿Quién mejor que un país mega diverso, 4º lugar mundial en biodiversidad como México, para ser líder planetario en el tema?

Por ello, quienes declaran que no tuvo nada que ver la participación del ser humano en Agua Azul, ignoran que la acumulación de sedimentos río arriba y el derrumbe de árboles se debe a que la selva pierde capacidad de guardar y almacenar agua por la erosión y pérdida de suelo que causa la deforestación.

Los temblores fueron la puntilla, igual que en las estructuras mal construidas en los edificios derrumbados.

Amigos lacandones me han comentado que sí, que la deforestación en la cuenca es enorme; que por ello hubo deslaves; que curiosamente el río se está secando cuando hay muchísima lluvia y la pérdida de suelo provocó un tapón de grava y árboles que desviaron el cauce.

Entonces, tenemos muchas razones para explicar lo sucedido, pero lo que no debemos de hacer es buscar excusas, sino por lo contrario, tener como imagen Agua Azul para saber que estamos llegando al límite, para saber que si no nos ponemos las pilas se va a morir la gallina de los huevos de oro.

Y no sólo se trata de perder en materia turística, comercio de artesanías, ingresos y empleos en restaurantes en Agua Azul, sino que estamos matando a la gallina de los huevos de oro que es contar con las condiciones que nos permiten la vida a los seres humanos dentro de este planeta.

Agua Azul es una invitación a una reflexión profunda para ayudar a las personas que viven de las Cascadas a que se restablezca el flujo, pero también para que tomemos, de una vez y para siempre, conciencia de que estamos acabando con las condiciones que permiten la vida humana en el planeta y que llegará el día en que no haya marcha atrás.

Presidente ejecutivo de Fundación Azteca.
@EMoctezumaB
emoctezuma@tvazteca.com.mx

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