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Verónica, una mujer náhuatl de 30 años, mira las dos cruces embarradas de lodo y suelta en llanto y de inmediato su memoria trae aquellos caballitos de plástico con los que su hijo de un año y medio jugaba sin parar, también aquella bicicleta en la que reía su muchacho de nueve. Con voz entrecortada, surgen los nombres de sus dos hijos: Marco Antonio y Alexis Gael, quienes hace un año, el 6 de agosto de 2016 para ser precisos, las aguas de la tormenta tropical Earl se los llevaron entre un amasijo de piedras, lodo, palos y, sobre todo, sufrimiento.
Su rostro se contrae al ver los tres camiones, juguetes de plástico, que yacen en la tierra. De Marco Antonio Orozco Garrido, el chico que gustaba treparse en su bici, logró despedirse en el panteón, pero de Alexis Gael, su bebé, sigue sin decirle adiós, sigue sin encontrar su cuerpo, su ropa o la andadera en la que caminaba cuando vino el golpe de agua.
Verónica Garnica, mujer valiente de la Sierra Norte de Puebla, sigue de pie, aunque el lodo arrasó con su casa de madera, aunque jamás haya sido incluida —ni su esposo— en la lista de beneficiarios con una vivienda, aunque siga sin recibir el acta de defunción de Alexis Gael y aunque no encuentre una sola fotografía con los rostros de sus amados hijos. “Sigo igual, cómo quiere que vaya yo, si esto no es de la noche a la mañana superarlo”, suelta con rabia contenida.
Junto con Marco Antonio y Alexis Gael, también murieron su tía Irene Mata y su hijo Marco Antonio de cuatro meses. Son las víctimas de Earl, pero no las únicas. La tormenta tropical dejó a su paso por el centro del país un total de 55 fallecidos en los estados de Puebla, Veracruz, Hidalgo y Morelos. Cuarenta víctimas fueron en Puebla, la mayoría en este municipio de Huauchinango, enclavado en la Sierra Norte, donde hace un año llovió en una hora lo que normalmente cae en un mes.
El paso de la tormenta tropical Earl por territorio poblano generó daños económicos por 2 mil 44 millones de pesos, según el Comité de Evaluación de Daños del Fonden. Del monto total, 488 millones corresponden a infraestructura federal y mil 556 a estatal. La federación, a través del Fonden, aportará 775.8 millones de pesos, mientras que el estado 780.3 mdp.
“Un año, pero nosotros seguimos aquí… ¿qué les diría a las autoridades? Que nos apoyen, de hecho ni en la lista está el nombre de mi esposo, hicieron lista para viviendas, pero no estamos”, se queja Verónica. Las listas, recuerda, las conformaron cuando velaban a los suyos. Hoy vive con su suegra, doña Alberta Negrete, en la misma casa que sufrió daños por Earl, porque están a la espera de recibir las viviendas que construyen los gobiernos federal y estatal en 11 municipios de la zona.
El secretario de Desarrollo Social del gobierno estatal, Gerardo Islas Maldonado, ha conocido el caso de Verónica y se ha comprometido a revisarlo y atenderla de manera personal, pues encabeza la atención oficial en la región. De manera conjunta, la Sedesol estatal y la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), impulsan la construcción de 703 viviendas en los municipios de Huachinango, Tlaola, Naupan, Chiconcuatla, Zoquitlán, Tlapacoya, Coyomeapan, Juan Galindo, Chignautla, Pahuatlán y Xicotepec.
Del total, 343 son responsabilidad del gobierno federal, de las cuales han sido entregadas 100; en tanto, al gobierno estatal le tocaban 360 y suman 230 otorgadas a los damnificados de la tragedia. Sin embargo, en Xaltepec, comunidad asentada en las faldas de cerros, hay molestia con el presidente de la Junta Auxiliar, Norberto Gómez, porque les ha condicionado la entrega de sus viviendas al pago de 25 mil pesos por el lote del terreno.
“No sabemos cómo pagarlo, yo le dije que no tengo”, aclara Virginia Morales Méndez, una mujer con cinco hijos y sumamente encabritada porque su casa sigue sin terminarse y las autoridades locales le exigen dinero.
Enojada, acelerada y con un castellano mocho, relata todo a una velocidad sorprendente: llegó la lluvia; la barrancada; su casa fue arrastrada; ella, su esposo y cinco hijos se salvaron; les prestaron una casita; lleva un año esperando vivienda; le piden 25 mil pesos por el terreno; tiene miedo que la corran de la casa prestada; y las lluvias ya vienen.
“Ahorita vivo en casa ajena, me la prestaron porque ahí estaban sus animalitos, pero limpiaron todo, no nos dicen nada, pero va a regresar la lluvia y no han terminado nuestra casa”, agrega con el rostro enrojecido.
Las autoridades realizaron varias formas de ayudar a los damnificados, una de ellas era otorgarles el terreno y la casa construida completamente gratis; otra, si así lo deseaban, construir en terrenos propiedad de los afectados, siempre y cuando no estuvieran en zonas de riesgo.