Héctor Manuel Robles Villegas es un niño perseverante, siempre logra lo que se propone. Es deportista nato con habilidades para la música. Su propósito es ser un futbolista de los buenos, de esos que llaman del “Barcelona” y ser el mejor de los mejores.
Su determinación lo ha llevado a rebasar metas. “Voy a ganar porque quiero exentar”, dijo a su madre, antes de entrar en su escuela al concurso de Spelling (deletrear palabras en inglés).
Desde 2011, EL UNIVERSAL lo visitó en su casa, como lo ha hecho, año con año, en víspera del aniversario de la tragedia; en ese momento se entretenía con su móvil con el videojuego Clash Royale.
Permaneció sentado en la sala mientras su madre, Adriana Guadalupe, recordaba lo difícil que ha sido para la familia lograr esa evolución que lo impulsa siempre a ir por más.
Sufrió 60% de quemaduras de tercer grado en su cuerpo cuando tenía tres años
Aunque tiene años jugando al futbol, tiene apenas un mes que entró al Club Santos de Hermosillo; continúa con sus clases de karate, donde va en cinta roja avanzada y practica natación. Canceló las sesiones de violín en la Casa de la Cultura aunque se le dio la facilidad de leer partituras, no podía avanzar más porque las maestras tienen un programa con tiempos establecidos. Ahora está a la espera de un maestro particular.
En manos de Dios
Ha sido un largo caminar, comentó la señora Adriana Guadalupe, al señalar que la constancia rinde frutos, a pesar de que 58% del cuerpo de Héctor está injertado, y del resto donde quedó sano le quitaron piel para practicarle injertos. Aún está próxima otra cirugía reconstructiva y de expansores en la cara.
En más de 20 veces Héctor ha entrado al quirófano y siempre su madre asegura que se lo ha encomendado a Dios. “Una vez más lo voy a entregar a Dios”, dice ante la siguente.
Por meses ha descansado de citas médicas a consecuencia de las lesiones del incendio, pero hoy en día si no se atiende el dedo índice de la mano derecha, podría encogerse.
Continúa con sus clases de karate, donde va en cinta roja avanzada y practica natación
“También para uno es muy difícil estarlos entregando, pensar en los riesgos de la anestesia, 45 minutos de cirugía que se alargan dos o tres horas, es muy difícil vivir ese momento.
“Ha sido un caminar muy difícil, mas no es imposible; lo difícil pasó, pero lo bueno apenas empieza”, dijo esperanzada.
Héctor ha pasado gran parte de su corta vida dentro de un hospital, no le intimida cualquier cosa; hace poco regresó a su casa con un dedo quebrado y ante la sorpresa del doctor, el menor no sentía dolor. El umbral del dolor quedó muy alto.
Es el varoncito que resultó más afectado en el incendio de la Guardería ABC, el 5 de junio de 2009. Sufrió 60% de quemaduras de tercer grado en su cuerpo cuando tenía tres años. En sus extremidades, su piel quedó pegada a los huesos, le injertaron toda la cara, zonas del cráneo y se le quemaron partes vitales de los ojos. Pasado un mes del accidente pudo ver.
Se le ha ido la infancia de cirugía en cirugía, pero no se intimida por cualquier cosa, es fuerte, muy fuerte, dijo Adriana Guadalupe al comentar que en una de sus clases de natación regresó con el dedo quebrado y no sentía.
Aunque tiene años jugando al futbol, tiene apenas un mes que entró al Club Santos de Hermosillo
Su madre admira esa fortaleza que ha adquirido, pero reconoció que hay altibajos, en ocasiones tuvo caídas muy fuertes, porque está en la preadolescencia. Pero la familia unida lo acompaña en este largo camino. “Siempre he dicho a Héctor: ‘Si Dios te dejó con nosotros es porque tiene un proyecto muy grande para ti, quiero que seas un niño noble, bueno, y que aprendas a valorar todo en la vida’”.