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Tras la declaratoria de emergencia que hizo la Secretaría de Gobernación (Segob) para 127 municipios de Oaxaca dañados por lluvias y deslaves de la tormenta tropical Beatriz; la ayuda federal comenzó a fluir ayer con el inicio de un puente aéreo con tres helicópteros de la Policía Federal (PF) y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
La Coordinación Estatal de Protección Civil de Oaxaca (CEPCO) reportó que vía aérea se inició ayer la distribución de víveres a pueblos incomunicados o con difícil acceso por derrumbes carreteros, causados por el fenómeno meteorológico.
De acuerdo con la Coordinación Nacional de Protección Civil, las regiones más afectadas son el Istmo de Tehuantepec, Costa y Sierra Sur; entre las localidades con mayores daños en infraestructura carretera, caminos y viviendas se encuentran San Juan Ozolotepec, San Marcial Ozolotepec, Juchitán de Zaragoza, Salina Cruz, Santiago Astata, Santa María Huatulco, por mencionar algunos.
La dependencia indicó que con esta acción se activan los recursos del Fondo para la Atención de Emergencias (Fonden); a partir de la declaratoria solicitada por el gobierno de Oaxaca, las autoridades contarán con apoyos para atender las necesidades alimenticias, de abrigo y de salud de la población afectada.
En tanto, el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) reportó que hoy reinician las clases en toda la entidad, con excepción de las siete escuelas que fueron perjudicadas por el torrencial.
Y la ayuda no llega… Tres días después, el sol salió a pleno en la mayor parte del estado tras el fatal paso de Beatriz, que hasta ayer sumaba siete muertos, pero la ayuda tarda en llegar a las comunidades más apartadas de la capital.
En el zócalo de la capital del estado, cinco chicas llevan seis horas de espera. Apenas juntan unos dos kilos de arroz, algunas pastas y azúcar en dos bolsas de plástico; unos cuantos pesos en un bote.
“Coopera para una noble causa” y “Colecta de despensas, víveres, medicamentos para la comunidad de Santa Catarina Xanaguía, por inundaciones y deslaves”, dicen dos sencillas cartulinas y un papel, que llaman a la solidaridad, pero ésta no llega.
“Se nos cayó todo, se perdió todo en el pueblo”, lamenta Virginia Valladares García, sentada con sus compañeras en una jardinera.
Virginia es una de las 50 radicadas en la ciudad; por sus familiares se enteraron de la tragedia en Xanaguía, por lo que pide ayuda urgente para su poblado.
