A 10 días de su muerte, para los familiares Ángel Yadiel Ramírez Borges de 8 años de edad, “su espíritu se mantiene en la casa de sus abuelos”, donde se desmayó y posteriormente falleció víctima de un paro cardiorespiratorio, producto del susto y del esfuerzo que hizo tras correr en el patio de la casa, para evitar que un gallo le picara.
La creencia y fe de su familia, es que “el espíritu del pequeño aún se encuentra en los patios de la casa”, misma que se encuentra en el municipio de Tetíz, y donde ocurrió el accidente el pasado 24 de abril.
Ese día, Ángel se encontraba con su abuela, María Magdalena Euan Pacheco, a quien le pidió permiso para ir a la casa de su tío, ubicada a 30 metros del mismo predio. Al salir al patio, Ángel encontró un gallo, propiedad de la familia, que lo correteó por más de 20 metros; por el esfuerzo que hizo, el niño cayó desmayado en brazos de su abuela.
Trataron de reanimarlo, pero sus esfuerzos fueron inútiles, Ángel falleció en una clínica del IMSS, ubicada en Hunucmá, víctima de un paro cardiorespiratorio. El diagnóstico indicó que Ángel ya padecía de un mal congénito del corazón, situación que su familia desconocía.
“Los doctores nos dijeron que estaba malo del corazón. Antes no sabíamos nada, sino, habríamos tenido más cuidado, evitar que no hiciera tanto esfuerzo” expresó su abuela.
Don Olegario Borges, abuelo del pequeño Ángel, fue quien trasladó al niño en un auto particular hasta la clínica, donde los médicos les comentaron que el niño “en caso de lograr sacarlo del desmayo, iba a quedar como un vegetal, inmóvil, porque no tendría oxígeno en su cabeza”.
“Sabe Dios lo que hace, mejor se lo llevó, iba a ser peor verlo así, inmóvil”, señaló doña María rodeada de sus tres nietos.
La familia Borges-Euan trata de superar la pérdida del pequeño Ángel, pero afirma que con el accidente, quedó claro que en ese municipio no hay médicos de urgencia, porque tuvieron que parar un automóvil en la carretera y “suplicarle” para que los llevara a Hunucmá.
En la casa, justo donde Ángel cayó desmayado, se colocó un pequeño nicho con flores que cambian todos los días y así lo harán durante un año, porque si no lo hacen, según sus creencias, hay el peligro de que fallezca otro miembro de su familia; afirman.
El patio tiene una piscina que construyeron hace años, donde Ángel disfrutaba pasar días enteros chapoteando en el agua. “Le encantaba estar en el agua, ya flotaba y estaba aprendiendo a nadar, no sabíamos nada de su corazón malo, de habernos enterado, no permitiríamos que nadara tanto tiempo”, comentó la mujer.
En el cementerio del pequeño poblado fue sepultado el niño y por disposición de su madre y abuelos se colocó un enverjado de madera para resguardarlo, mismo que indica su fecha de nacimiento en el 2009.
El velatorio fue en la misma casa, que es donde el niño pasaba la mayor parte del tiempo ya que su madre, Rosalía, vivía y trabajaba en Mérida.
El padre del niño los abandonó desde hace 5 años; pese a que deseaba ir al velorio, Rosalía no se lo permitió.
“Sí cuando estuvo vivo no lo quiso, ya muerto ¿para qué quiere verlo?”, dijeron los familiares.
La abuela dijo que en el pueblo se han dicho muchas cosas en torno al fallecimiento del niño. “Que se ahogó en la piscina, que nosotros sabíamos de su corazón y no lo cuidamos. Pero solo yo sé la verdad, en mis brazos cayó, estaba agitado, asustado y se desmayó; el porquería gallo lo asustó y correteó”, aseveró.
Cada año, doña María acostumbraba comprar varias gallinas para hacer una comida, en el mes de mayo, con motivo de las celebraciones dedicadas la vírgen de la Asunción, “Santa Patrona” del pueblo, a la festividad acudirían familiares y amigos; sin embargo, el festejo se suspendió por el fallecimiento de su nieto y porque la familia, “no quiere saber ahorita de gallos y gallinas”. Solamente asistirán a la misma en honor a la virgen.
“El gallo picoteaba a los que se le acercaban”
Doña María narró que el gallo era bastante agresivo y picoteaba a los que se le acercaban. “Lo mandamos con un tío a tirar al monte, no sé si vivo o muerto. No queremos saber nada del animal; hay otros niños y el mismo riesgo podrían correr”, dijo en referencia a sus otros tres nietos a quienes cuida al igual que lo hacía con Ángel, hijo único de su hija mayor.
Tetíz es un poblado de poco más de 4 mil habitantes y la mayoría trabaja en granjas avícolas, por lo que su sustento proviene, básicamente, de la crianza de aves.