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Se contonean al ritmo de “El ratón vaquero” y sus coloridas faldas de papel crepe las convierten en rehiletes gigantes. Bailan y no son mujeres presas, son madres entusiasmadas que festejan con sus hijos el Día del Niño.

Alejada de los muros grises, rodeado de un pequeño jardín, donde las rosas soberbias se apoderan del paisaje, está la estancia infantil del Cereso Mil Cumbres. Aquí 11 niños, de cero a tres años viven al lado de sus madres.

El área cuenta con un comedor, baños, área de estimulación temprana, cocina, jardín y una pequeña piscina. Además, hay sillas periqueras, bambinetos y todos los implementos propios de los bebés.

Mientras las mujeres trabajan, los siete niños y cuatro niñas quedan al cuidado de tres educadoras y dos internas voluntarias, quienes preparan la comida. A unos metros de la estancia están los dormitorios, equipados con baños, camas, colchones —que ellas compraron— y sus muebles personales. En estos dos complejos, las internas crían a sus hijos, mientras llega el día en que tengan que entregarlos al DIF. Hoy, las internas se vistieron de blanco, se ruborizaron las mejillas, se caracterizaron con hojas de papel crepe y se peinaron de dos colitas para cantar y bailar a los pequeños al ritmo de “El ratón vaquero” y “La Feria de Cepillín”, como una muestra de amor. No hay obstáculos para que estas mujeres y los niños se diviertan en grande.

Una ley que las afectó. Andrea de Carmen purga una condena de 50 años de prisión por el delito de secuestro. La joven tuvo a su bebé en prisión.

“Los momentos de felicidad que tengo a su lado terminarán un año antes, porque una ley, propuesta por la diputada local Andrea Villanueva Cano (PAN), señala que tendrán que salir a los tres años y no a los cuatro como era antes”, declaró molesta.

La secundan las otras internas, quienes señalan: “Los niños que viven con sus madres en una cárcel tienen rostro, nombre y apellido; no son ‘invisibles’ como los ha llamado la diputada para promocionarse mediante una campaña de mentiras y, donde utiliza la imagen de nuestros hijos para hundirnos más”. “Seamos honestos. En el DIF no me van a decir que los tratan mejor que como los va a tratar mi mamá o mi papá; en el DIF son demasiados niños y nunca les van a dar el amor que le puede dar mi familia o que le puedo dar yo”, afirmó Yesenia Salgado.

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