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El cuerpo de Juan Manuel Loisa Salinas, conocido como El Comandante Toro, fue entregado la mañana de ayer por autoridades de las procuradurías General de la República (PGR) y General de Justicia de Tamaulipas (PGJT) a una mujer estadounidense, quien demostró ser esposa del ex líder criminal.
La mujer —de quien no se reveló su identidad— con residencia en el Valle de Texas presentó toda la documentación que la acreditaba como su legítima esposa, en la que además se confirmó que el ex líder del Cártel del Golfo era estadounidense.
En su declaración ante el Ministerio Público, la viuda de El Comandante Toro reveló que estaban separados desde 2009.
La mujer declaró estar consciente de que Loisa Salinas se dedicaba al narcotráfico y era parte del Cártel del Golfo; sin embargo, jamás tuvo participación o conoció detalles de sus operaciones ilícitas.
También confirmó que su marido tenía la nacionalidad estadounidense y reconoció el certificado de nacimiento número 251 de Texas.
Indicó que el capo radicaba en Reynosa, por sus negocios ilícitos y que había poco contacto entre ellos.
Las autoridades que dan seguimiento a este caso dijeron no investigar a la mujer, por lo que no tuvieron objeción en entregar los restos del ex jefe de uno de los cárteles más poderosos y violentos del país.
Sobre las indagatorias que había en contra de Loisa Salinas, todas quedaron sin efecto al extinguirse la acción penal con la muerte del perseguido, no así en contra de otras personas que aparecen en las investigaciones, de las que se omitieron las identidades.
El Comandante Toro fue abatido la madrugada del sábado 22 de abril por elementos de la Secretaría de Marina, tras un enfrentamiento registrado en la colonia Lucio Blanco, ubicada a un costado del Aeropuerto Internacional de Reynosa.
Tras el enfrentamiento, presuntos miembros del Cártel del Golfo realizaron 32 bloqueos, 11 fueron con objetos y unidades incendiadas.
Además, provocaron nueve quemas en comercios, algunos fueron de manera colateral. También hubo 18 incendios en lotes baldíos y robaron 11 vehículos.
Las gasolineras quedaron a merced de los delincuentes, quienes robaron combustible. Además, los criminales atacaron a balazos las instalaciones de la PGR en Reynosa.
El cadáver de El Comandante Toro fue trasladado al Semefo del Hospital General, donde permaneció dos días, y después fue enviado al Semefo de la Ciudad Judicial, ubicado sobre el libramiento Matamoros-Monterrey. Esas instalaciones fueron blindadas por elementos de la policía local, Sedena y Marina, puesto que se temía que la delincuencia intentara rescatar el cuerpo del capo.
En el nuevo Semefo de la Ciudad Judicial, el libramiento de cinco carriles fue reducido a uno por las fuerzas federales, que hicieron una cadena poncha-llantas con las estrellas que decomisan a la delincuencia.
En la ciudad de Reynosa, que comparte frontera con Hidalgo y Texas, durante el día la vida transcurre de manera normal; sin embargo, por la noche se tensa el ambiente por los operativos que realizan las fuerzas federales para mantener el orden y lograr la captura de otros líderes criminales.
Refuerzan seguridad. Tras la muerte de Julián Manuel Loisa Salinas circularon en redes sociales supuestas amenazas contra los marinos. Se difundió también un Oficio donde la Primera Región Naval de la Secretaría de Marina pedía se reforzara la seguridad de sus elementos en Tamaulipas, ante el riesgo de ataques.
La Secretaría de la Marina confirmó la autenticidad del oficio y señaló que las medidas de prevención que llevan a cabo las Fuerzas Armadas son permanentes en las zonas donde hay alta incidencia criminal, pero que se retoman y se subrayan después del fallecimiento o la aprehensión de un delincuente de alto rango en la estructura delictiva. Con información de Javier Garduño