Como muchos niños, cuando a Sadday Francisco García Vázquez le preguntaban qué quería ser de grande contestaba con certeza: bombero. Sin éxito, sus padres intentaron disuadirlo para quitarle esa fijación.

Ahora es técnico en construcción, tiene 38 años y ocho de servicio en el cuerpo de Bomberos de Hermosillo.

“La vida me trajo por algunas vueltas, pero llegué. Pasé la academia de  bombero, hice exámenes y los pasé, tengo el espíritu de servicio como parte de los valores que mi madre me inculcó”, comenta.

La madre de Sadday, además de ser locutora, es una socorrista voluntaria de la Cruz Roja en Hermosillo.

Con firmeza, el bombero señala que la vocación se trae por dentro. “Hacemos muchos sacrificios, no hay  celebraciones, perdemos momentos familiares especiales, porque cuando la población sale a divertirse tenemos que cuidarla”, declara. Aparte de apagar incendios, es un especialista en buceo, rescate acuático y estructuras colapsadas.

Comenta que cuando suena la campana, su primera reacción es investigar de qué contingencia se trata, corre y toma cuidado al bajar por el tubo y cuando empieza a vestirse se pone en las manos
de Dios, también pide por sus compañeros, para que los lleve y los traiga
con bien.

“Cuando me estoy poniendo el equipo de combate, le pido: ‘ Señor cuídame, también a mis compañeros y a las personas involucradas’. Le digo: ‘Señor dame la sabiduría para ayudar a las personas’”.

Es feo ver sufrir a las personas, entonces quisiera que todo fuera mágico y borrar el dolor. “Así me ha tocado vivir tragedias como el incendio de la Guardería ABC; he estado en situaciones donde familias completas han perdido la vida, personas ahogadas, pero me parte el corazón cuando hay niños involucrados, ver el sufrimiento de ellos y de sus padres duele bastante”, declara el bombero Sadday Francisco García Vázquez.

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