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Tribu binacional se opone a muro de Trump

Líderes de la tribu binacional Tohono O'odham se declaran en resistencia ante el muro que planea construir Trump

Antes de 2010, en los 120 kilómetros que comparten de frontera entre México y Estados Unidos sólo tenían una cerca de alambrada. (AMALIA ESCOBAR)
12/03/2017 |04:10Amalia Escobar / Corresponsal |
Redacción El Universal
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“Nosotros somos desde antes de que existieran las naciones de México y Estados Unidos. Durante generaciones la tribu binacional Tohono O'odham (gente del desierto) asentada en Sonora y Arizona, así como la fauna salvaje que es sagrada han cruzado libremente la frontera y, no permitiremos que nos pongan muros, que no sólo atentan contra los usos y costumbre, sino también contra la flora y fauna de la reserva”, advierten gobernadores indígenas.

Ante la determinación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de construir una muralla, los líderes de la tribu Tohono O'odham (también conocida como pimas o pápagos) aseguran que se encuentra en resistencia porque no pueden estar más separados de como los dejó Antonio López de Santa Anna.

En 1853, con la venta de La Mesilla, por Santa Anna, la etnia fue divida, la mayor parte quedó en Arizona, donde habitan alrededor 28 mil indígenas, en territorio mexicano hay unos 3 mil. Comparten 120 kilómetros de frontera, los ríos Gila, Colorado y Sonoyta; y usos, costumbres, espiritualidad y misticismo.

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En Sonora, los pimas se ubican en los municipios fronterizos de San Luis Río Colorado, Puerto Peñasco, Plutarco Elías Calles (Sonoyta), Caborca y Sáric.

También se encuentran dispersos en varias comunidades de Átil, Oquitoa, Pitiquito, Tubutama, Trincheras y Magdalena.

Recelosos y huraños, los líderes tribales en Sonora permitieron el paso a EL UNIVERSAL y nos llevaron a un recorrido por parte de su reserva en el desierto, para explicar por qué se oponen a la instalación del muro.

Compartieron el misticismo de las milenarias tradiciones ancestrales en el desierto de Sonora y Arizona, así como los problemas actuales que presenta la etnia.

Mostraron esa vastedad de territorio común donde hay dunas y tierra seca; gran variedad de flora como matorrales, pitahayas, ocotillo, cactus, sahuaros y la reserva de la Biosfera de El Pinacate, en Puerto Peñasco, donde realizan parte de sus ceremonias sagradas. Y se apreciaron coyotes, venados, águilas y búhos.

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Sólo una frágil cerca los divide

Los principales puntos de encuentro entre los indígenas de ambas reservas se encuentran en Sonora. A finales de septiembre y a principios de octubre cientos de personas caminan desde Arizona hasta Magdalena de Kino donde se encuentra la iglesia de San Francisco Xavier.

Atraviesan el desierto para pagar sus penitencias, agradecer o solicitar algún milagro. Hasta hace tres años a la mitad del camino, en el municipio de Caborca, tenían una capilla conocida como San Francisquito, donde acudían a pagar sus mandas, pero el crimen organizado, que se dedica al tráfico de personas y de drogas, los fue desplazando de su propio territorio al grado de que el Santo tuvo que ser rescatado y colocado en otro templo del centro poblacional.

Ese era el paso habitual de los Tohono para cruzar por la puerta Panamá, un acceso a territorio estadounidense elaborado con varas de ocotillo y sahuaro, controlado por oficiales de la Patrulla Fronteriza.

Para pasar a la reserva de Estados Unidos, los miembros de la tribu de Sonora transitan por más de dos horas en vehículos pick up o 4x 4, por lo agreste del terreno; la línea divisoria de ambos países es una cerca de poco más de medio metro de altura. Al frente hay un cerro desde donde son vigilados por oficiales fronterizos.

Antes de que les abran esa garita indígena, los agentes les revisan una hoja amarilla de “enrolamiento” y una ID (identificación) tipo Visa Láser que les proporcionan las autoridades de la reserva norteamericana. Para ingresar a cualquier otra parte de Estados Unidos, fuera de sus territorios, deben contar con una visa de turista.

Ciudadanos con derechos ancestrales

José Martín García Lewis, gobernador  general de los Tohono O’odham en Sonora, dice: “Los Estados Unidos de América niega el derecho de los O’odham a vivir en el desierto Sonora e imponer su severa militarización de nuestro territorio. La idea de imponer una muralla en ella es igual de querer cortar Los Cerros del Pinacate en dos con un cuchillo de matanza.

“Nunca aceptaremos una muralla en ella —la reserva— ni en cualquier lugar, y llamamos a todas las personas quienes practiquen su religión en sus iglesias, en sus sinagogas, en sus mezquitas, y en sus templos, que tomen medidas a parar la destrucción de nuestras creencias con la obsesión de seguridad que no se mejorará con la instalación de una muralla”.

Es una amenaza directa y una negación de nosotros como pueblos indígenas y está en contra de nuestros derechos escritos y acordados por Estados Unidos en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por su Declaración en 2007 sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, especialmente los artículos 10, 11 y 12.

Hoy en día, los Estados Unidos de América y los Estados Unidos de México están fracasando en respetar sus propias constituciones que les obligan a respetar los derechos humanos de los pueblos indígenas.

“La mayor parte de nosotros, los O’odham en Sonora, somos miembros legales de la Nación Tohono O’odham según las leyes de Estados Unidos. Cuando nos niegan la entrada a nuestra reserva indígena allá, como si fuéramos extranjeros en nuestro propio territorio, se trata de destruir nuestros pueblos. Los O’odham nunca nos dividimos”, recalca.

Piden intervención del gobierno mexicano

“Estamos completamente en contra del muro porque nosotros y nuestros antepasados fuimos primeros que los tratados internacionales que firmaron y no nos preguntaron”, dice Óscar Velázquez, gobernador de la tribu en Carbó y pide la intervención del gobierno mexicano.

“La construcción de un muro sería prácticamente la división de la etnia;  afectaría las ceremonias, la flora y la fauna”.

“Como representante no estoy de acuerdo”, externó al solicitar el apoyo de las autoridades tradicionales, “respaldamos a Verlón José, vicepresidente de la Nación Tohono O’Odham en Arizona, en la decisión de no al muro.

“Nosotros no estamos peleados con ningún gobierno, ni con Trump, ni con el gobierno mexicano, al contrario nosotros oramos por ellos para que tomen mejores decisiones”, precisó. Pidió a las etnias de todo el continente a que se unan en la defensa de sus derechos por una América libre, sin discriminación ni racismo.

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Indignación

Los integrantes de esta etnia en Sonora están indignados por el trato que han tenido desde hace años por los presidentes de Estados Unidos; antes de 2010 tenían una cerca de alambrada; ahora hay polines en algunas demarcaciones, mientras en otras hay rieles entreverados de un 1.50 y 1.80 metros de altura.

“La discriminación se incrementa cada vez más, ahora con Donald Trump nos quieren someter con una muralla y no estamos de acuerdo”, expresa Gabriela Lizárraga, de la comunidad Tohono O’odham de Sonoyta.

Añade: “Las tradiciones donde participamos miembros de ambas naciones se verían seriamente afectadas y no lo podemos permitir, la muralla atentaría contra nuestras costumbres ancestrales”. Gabriela a luz a sus hijos en EU, pero vive con ellos en Sonoyta, son ciudadanos americanos nativos indios, de esta manera tienen algunos beneficios que les otorga el “enrolamiento” como es el estudiar en el vecino país, acceso a becas y ser atendidos en hospitales de la tribu, entre otros.

Quitovac, emblema Tohono

La comunidad tribal de Quitovac, ubicada a 44 kilómetros al sur de la cabecera municipal Plutarco Elías Calles (Sonoyta), está formada por un caserío de 33 viviendas en su mayoría de bloque de cemento, donde habitan 72 personas.

Desde 1853 con la venta de La Mesilla, este poblado fue dividido y quedó gran parte en Estados Unidos, el cual es una reserva natural protegida de Arizona llamada Quitobaquito.

Quitovac es la población emblemática de los Tohono O’odham, se le conoce como oasis en el desierto; ahí se encuentra un ojo de agua, y frente a ésta, hay una ramada donde las mujeres realizan la danza de la lluvia. Cuentan con energía eléctrica, agua entubada, escuela primaria, telesecundaria y una capilla donde veneran a San Francisco Javier.