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Acapulco.

Desde el domingo 29 de enero, Mildre Sánchez Pérez pasa mucho tiempo pegada a la orilla de la playa Hornitos, esperando a que se aparezca El Brujo.

Cada vez que se acerca una lancha la mira con atención para confirmar que sea La Carlota, donde El Brujo salió hace 29 días.

Por momentos Mildre clava su mirada en el mar, le teme. Su padre, José Sánchez Palomino, El Brujo, no le enseñó a nadar; a ella y a sus tres hermanos siempre les dijo que el mar es peligroso. Ahora lo comprende.

Ese domingo salió a buscarlo y fue cuando conoció la inmensidad del mar. No le pudo ver fin, recuerda. Mildre tiene la esperanza de que El Brujo vuelva; tiene sentido esa esperanza: por el lugar donde pescaba pasó el barco camaronero San Agustín de Baja California y éste se lo pudo haber llevado.

Hasta ahora no han podido contactar a la tripulación; hablaron a la Capitanía de Puerto de Baja California, pero ahí les informaron que el barco está anclado en Mazatlán.

“Cuando pasan estos barcos grandes, las redes de los pescadores se atoran en las hélices y los arrastra”, dice esperanzada.

Los pescadores de la playa Hornitos no le dan mucha esperanza a esa versión: piensan que El Brujo y su compañero se quedaron dormidos y el barco los arrastró.

Ese domingo Mildre llegó de Lázaro Cárdenas, Michoacán, después de enterarse de que El Brujo no regresaba de pescar. Lleva más de 20 días casi viviendo bajo una palapa. Llega a las ocho de la mañana y se va a las siete de la noche. Han transcurrido los días sin que tenga noticias.

De El Brujo no hay rastro: ni la hielera ni el tanque de gas, que son los que podrían flotar, han sido vistos; tampoco han encontrado pistas en los recorridos que realizó la Marina ni en los vuelos que hizo el helicóptero que les prestó el gobierno del estado.

La salida. Eran las 11 de la mañana del martes 24 de enero, cuando El Brujo y Enoc Arciniega, un pescador de 64 años, salieron al mar. Pidieron al presidente de la Cooperativa de Pescadores Hornitos, Pedro Pérez, una lancha prestada. Les asignó La Carlota.

“Me dijo que no se llevaba la suya porque andaba fallando y que la que les prestaban tenía motor nuevo”, cuenta Francisca Pérez Miranda, esposa de El Brujo.

Esta salida era como todas las que habían hecho desde hace 30 años. Tenían pensado regresar el jueves: llevaban ocho litros de agua para tomar, un garrafón para cocinar, pollo, carne, queso, un anafre, carbón y cuatro kilos de tortillas. No pensaban pasar más tiempo, ni meterse tan adentro.

Hasta la tarde del miércoles todo iba bien, incluso los vieron cerca del hotel Princess. A uno de sus compañeros les dijeron que regresaban al día siguiente. Eso mismo El Brujo se lo dijo a su esposa cuando a las seis de la tarde habló con ella por última vez; 12 horas después ya no contestó.

Ambas familias comenzaron a buscarlos hasta el domingo porque cuando no logran pescar lo suficiente deciden quedarse por tres días más. No se alarmaron.

El domingo 29 salieron varios pescadores a buscarlos, fueron cerca de la barra de Papagayo, donde regularmente pescaban huachinango, cocinero o cuatete. No hubo rastro.

Elvia Hipólito Blanco, esposa de Enoc, no entiende por qué no vuelven. Se resiste a creer que su marido murió porque ya la “libró” hace 20 años, cuando naufragó por seis días y sobrevivió chupando pescado. La desaparición fue reportada ante la Capitanía del Puerto hasta el 30 de enero. A los pescadores, los buscaron hasta el pasado 9 de febrero.

Caso a la deriva. La falta de resultados tiene que ver con la tardanza en el reporte. El jefe del departamento de Señalamiento Marítimo de la Capitanía del Puerto, Enrique Domínguez, dice que en casos como éste un día de retraso en la alerta es fundamental.

Explica que dentro del mar las corrientes marítimas y de aire pueden arrastrar las lanchas hasta perder su ubicación en poco tiempo.

Las causas más recurrentes de que pescadores queden a la deriva, explica, son una avería en el motor y que una ola voltee la lancha. Pero en el caso de la desaparición de El Brujo y Enoc hubo una omisión.

Domínguez Domíguez dice que todas las navegaciones de pesca deben contar por lo menos con un dispositivo de localización. En el caso de la Capitanía de Puerto, les otorgan un Sistema de Identificación Automático (AIS, por sus siglas en inglés) y la Comisión Nacional de Pesca (Conapesca) les da otro, sin embargo, La Carlota, donde salió El Brujo y Enoc, no llevaba ninguno de los dos.

En Acapulco muchos de los pescadores salen al mar sin ninguna protección; sólo la intención de poder llevar algo a sus casas. No tienen ninguna protección social y nadie ve por ellos. En este puerto que pescadores naufraguen no es nada nuevo.

En la playa Hornos, donde El Brujo llegó de niño después de que sus papás murieron, lo espera su esposa: acordaron verse ahí para comenzar con los preparativos de la fiesta de cumpleaños de su hijo José Luis. Lo esperan porque El Brujo no se pierde ninguna celebración de sus hijos.

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