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Bajo el lema “Siembra autonomía, cosecha libertad”, desde hace tres años funciona en Oaxaca la peculiar Escuela para la Libertad de las Mujeres, proyecto feminista que respaldan una organización no gubernamental del País Vasco e instituciones públicas de la entidad.
“El fin no es que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas”, dice la responsable del programa, Lidia Aguado, en referencia a la frase de Mary Wollstonecraft, escritora y filósofa inglesa, y una de las iniciadoras del pensamiento feminista.
La escuela, expone, surgió como una respuesta al aumento de feminicidios y a la impunidad en la que continúan los crímenes, así como la creciente violencia lesbófoba. De acuerdo con la organización Consorcio para el Diálogo Parlamentario, en el sexenio pasado se cometieron al menos 520 asesinatos de mujeres.
En tanto, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, de 2007 —año en que inició la guerra contra el narco— a la fecha se estima que el número de víctimas supera las 28 mil 161; un alto porcentaje corresponde a mujeres secuestradas por redes dedicadas a la esclavitud sexual.
Autoestimarse. Además de promover la autoestima y la defensa de sus derechos, a quienes toman el curso se les enseña técnicas de defensa personal y trabajos que la mayoría considera de varones, como cambiar un tanque de gas y realizar reparaciones eléctricas o sanitarias.
Eso llamó la atención a Arely, una de las egresadas de la Escuela.
“No es que esté padeciendo o haya tenido problemas de feminicidios o que sufra violencia por parte de los varones. Lo que pasa es que de alguna manera es una formación que me sirve, que me es útil.
“Casada o no, en pareja o no, es importante que sepamos realizar los quehaceres que muchas veces consideramos que son únicamente para varones, cuando en realidad nosotros podemos hacerlas; los roles de la familia, los estereotipos sociales nos han hecho creer que no podemos”.
Otra de las egresadas es Viridiana, quien ahora colabora en la escuela. Relata que feminismo no quiere decir estar peleada con los varones ni empoderamiento significa estar por encima de ellos:
“Lo que se requiere es una sociedad igualitaria en la que existan las mismas oportunidades para todos”.
Autodefenderse. Lidia Aguado, originaria de España, dice que el propósito es formar a mujeres en habilidades teóricas, técnicas-manuales, creativas-expresivas y de autodefensa que permitan incidir en la ruptura de paradigmas de dominación de género.
Además, se les sensibiliza en torno a temas como derechos humanos, sexuales y reproductivos, disidencia sexual y erradicación de la violencia de género, pero también se les aportan elementos para la autoestima, autonomía y fortalecimiento de ellas.
La institución, que entrega un reconocimiento al final del curso de tres meses, es apoyado por la Defensoría de los Derechos Humanos de Pueblo de Oaxaca (DDHPO), el Centro de Educación Artística Miguel Cabrera, que facilita las instalaciones, así como del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, Solidaridad Internacional-Bilbao y la Asamblea de Mujeres de Bizcaia, estas tres últimas entidades pertenecientes al País Vasco, España.
Entre los conocimientos que imparten se encuentra “Arte de la desobediencia”, que son propuestas creativas que buscan desmontar la carga cultural patriarcal, sexista y discriminatoria instaurada en los discursos de las diversas expresiones y disciplinas artísticas y aportar herramientas creativas como medios de expresión para la sanación, sensibilización, denuncia y la acción política en general.
Autoevaluarse. La escuela está dirigida a mujeres en general, a partir de los 16 años; no hay mayor requisito que el interés por tomar el curso y presentar una evaluación de conocimientos. Se imparte en sesiones de fin de semana; la cuarta generación se desarrollará del 7 de abril al 1 de julio de este año; la quinta, del 21 de julio al 14 de octubre; las inscripciones se abren el 27 de febrero y hay un cupo de 40 personas para cada uno.
La especialista Lidia Aguado explica que a la fecha, en tres generaciones, 60 mujeres han egresado y desarrollado conocimientos y aptitudes necesarias para fortalecer su autonomía.
Incluso ha habido interés en participar en la escuela por parte de mujeres de Angola, África; en la segunda generación se tuvo que ampliar la matrícula hasta en 50%.
“Las mujeres participantes no sólo están satisfechas, si no que han logrado subjetivar muchos de los conocimientos adquiridos, generados en conjunto o reconocidos como propios. Nos comparten la forma en que la escuela ha permeado sus vidas y la forma sobre cómo están aplicando en su cotidiano acciones para ganar mayor autonomía y libertad”, asegura Lidia.