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Por casi medio año, Sara fue víctima de burlas y maltrato físico por parte de sus compañeras en la Secundaria Técnica 17; en su cumpleaños la bañaron con botellas de agua; corrían a la llave, llenaban los envases y la empapaban, burlándose de ella. “Ese día la niña llegó escurriendo a la casa”, comentó su madre, Verónica Sánchez López.

La semana pasada, durante la clase de Agricultura, alumnos le pusieron veneno a la bebida que Sarita tenía en su pupitre, ocasionándole una intoxicación grave que pudo haberle costado la vida, y por la que estuvo cuatro días hospitalizada, lamentó Verónica.

Hija de un jornalero agrícola y de una empleada en un expendio de pollo, Sarita entró el 22 de agosto a primer grado en la secundaria localizada en la comunidad San Nicolás de los Agustinos, de esta ciudad del sureste del estado. Tiene un hermano de ocho años y otro que viene en camino.

En diciembre la menor comenzó a poner muchos pretextos para no asistir a clases: todos los días decía que le dolía el estómago o que no había hecho la tarea, por lo que su tía Beatriz Sánchez, quien trabaja junto con su mamá, la llevó al médico; en el consultorio la niña se quedaba callada y el doctor dijo que no estaba enferma.

Su mamá y la tía le pidieron la verdad, por qué no quería ir a la secundaria, y Sarita confesó que varias alumnas que van con ella en primero “A”, que se juntan con otra niña conocida como Leslie, le hacían bullying.

Le gritaban groserías como “vaca”, “panzona”, además simulaban que se echaba flatulencias y se carcajeaban. También había agresiones hacia Sara porque a sus compañeras les molesta que sea una alumna aplicada, que los maestros la resalten como sobresaliente. “La niña es muy noble y estudiosa, tiene promedio de 9.1”, dice su tía.

“Le tomaron más coraje porque un maestro le encarga el grupo cuando sale a la dirección, le pide que anote en una libreta los nombres de los niños que hagan desorden o se salgan del salón”, agregó Beatriz Sánchez.

La violencia escaló en los últimos tres meses al pasar de las mofas y los insultos a la agresión. El 20 de octubre pasado, cuando Sarita cumplió 12 años, llegó empapada a su casa, llorando porque sus compañeras la mojaron en el patio de la escuela al enterarse que era su cumpleaños.

Verónica Sánchez, quien tiene un embarazo de siete meses, dijo que en enero, al regreso de clases la niña le dijo que la molestaban en la escuela, por lo que acudió al plantel para quejarse de la situación “pero no hicieron nada”.

Recordó que alrededor de las 10 de la mañana del 1 de febrero el director de la Secundaria Técnica, Ismael Flores Rodríguez, llegó hasta el puesto de pollos del mercado público donde trabaja para avisarle que su hija estaba en el hospital. Más tarde, en urgencias, le dijeron que su hija estaba grave por la ingesta de veneno por un pesticida, y que pudo haber muerto. “¡Imagínese, nada más el hecho de que me digan qué fue lo que ingirió y eso!”.

Ese día, Sarita se separó unos momentos de su lugar y sus compañeros aprovecharon para ponerle fertilizante en el lácteo. La niña lo bebió y enseguida presentó vómito y mareo.

Un médico de guardia del Hospital General de Salvatierra reportó el ingreso de la menor ante el Ministerio Público por tratarse de un hecho de violencia; la madre ratificó la denuncia y presentó una queja en la Procuraduría de Derechos Humanos y la Secretaría de Educación de Guanajuato (SEG), que inició un proceso administrativo.

En un informe rendido al departamento jurídico de la SEG el director de la Secundaria confesó que estando en clases de Agricultura le pusieron a una alumna en su bebida insecticida denominado “Rampas”, por lo que fue llevada a las 9:30 horas al hospital en donde le hicieron un lavado estomacal.

El Subprocurador de Justicia de la Región “C”, René Urrutia de la Vega, señaló que en el dictamen pericial se estableció que el producto que consumió la niña es un organofosforado que le ocasionó lesiones, clasificadas por el médico legista como aquellas que no ponen en peligro la vida y tardan menos de 15 días en sanar.

Dijo que si se establece la participación de los compañeros de la víctima en el hecho podrían ser investigados en la agencia del Ministerio Público especializada en adolescentes.

La delegación regional de la SEG en el sureste del estado dijo que se realiza una investigación en la que están implicados el director y el maestro responsable de la clase de Agricultura, quien tenía bajo su cargo los materiales que se utilizan en clases, como son
los fertilizantes.

En la indagatoria se reveló que el docente le confió la llave a dos niñas para que guardaran el insecticida. Al interior del plantel han sido requeridos los padres de cinco alumnas y dos alumnos, por el envenenamiento de Sara.

No quiere volver. Verónica Sánchez afirma que su hija está mejor de salud, pero que la violencia que enfrentó va a más allá de una broma, se trató de un hecho grave.

“La niña está muy triste, muy afectada sicológicamente. ¡No quiere volver a esa escuela!”. Advirtió que Sarita es la víctima y no es la que tiene que dejar la escuela, sino que quienes se tendrían que ir son los que le causaron daño. Dijo que la familia no tiene recursos para llevar a la niña a una escuela de otra comunidad.

La delegada de SEG, Hilda Guadalupe Alvarado, informó que se propusieron alternativas a la familia de Sara Daniela, para que pueda estudiar en otras escuelas. Comentó que la alumna “está algo asustada, no quiere volver a la escuela”, por lo que se le buscará acomodo en otra secundaria, donde ella esté tranquila. También se le está tramitando una beca para apoyarla en los estudios y la atención médica que requiera será gratuita.

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