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“La basura la tenemos en nuestras casas”, dice uno de los choferes de las camionetas recolectoras conocidas en la ciudad como La basura jefa. En la lateral del encausamiento del río Huacapa una fila de camionetas abarca unas dos cuadras. Todas están llenas; algunas tienen los desechos desde hace tres.
“Desde el vienes no trabajamos”, se queja uno de los pepenadores que recolectan la basura por una cooperación. “Nos estamos moviendo de un lado a otro porque la gente nos corre de la colinas por el olor”, remarca. Pero lo que más molesta a los trabajadores es que desde el viernes no ganan los 200 pesos por recolectar todo el día.
Desde el viernes no hay lugar para tirar las 350 toneladas de desechos que se generan al día en la capital que ahora es un basurero clandestino.
Andar por las calles del centro puede significar una carrera de obstáculos. Los montones de basura son tan frecuentes que hay uno por lo menos en cada calle. En la esquina de Hidalgo y 5 de mayo hay basura, en la Altamirano hay basura. Afuera del Oxxo de la avenida Cuauhtémoc también, así como en las escaleras de la alameda. En estos días, todas la restricciones fueron ignoradas: “Prohibido tirar basura en este lugar”, dice un letrero y debajo está montón de basura afuera del mercado del barrio de San Francisco.
“El sábado pasó el camión, pero no se paró porque iba a reventar”, cuenta una mujer que vende tortillas a mano a un lado del montón de basura.
Sin embargo, esto no sólo sucede en el primer cuadro, ocurre en toda la ciudad. Los desechos están brotando en las calles por una razón: el pasado jueves en cumplimiento de una orden judicial el ayuntamiento cerró de manera definitiva el basurero ubicado en la colonia La Cinca, al sur de la ciudad.
Tuvo que haber sido clausurado desde hace cuatro años, cuando las 11 hectáreas que lo conforman se atiborraron a lo ancho, largo y alto. Uno de los motivos determinantes en la decisión de los jueces fue el riesgo de un incendio por el contacto entre la basura y los cables de alta tensión. También ordenaron el cierre por el incumplimiento de la norma 083 de Semarnat, por el mal manejo de la basura.
Después de esta medida no se sabe qué hacer. El viernes, el alcalde Marco Antonio Leyva autorizó que los desechos se tiraran en un terreno de 800 metros en la colonia la Industrial. La reacción fue inmediata: vecinos de ese asentamiento y de la Amate, Lucía Alcocer y San Rafael Norte protestaron e impidieron que se siguiera tirando.
Por ello, las 350 toneladas que se generan en las más de 600 colonias de Chilpancingo están en las calles y en las 150 camionetas particulares y los 14 camiones del ayuntamiento.
Miguel Ángel López Soto, encargado de lo que hasta el jueves fue el sitio de disposición final de los residuos, explica de dónde sale la basura: en los camiones recolectores levantan de 100 a 150 toneladas; de los 150 vehículos privados juntan media tonelada por cada una, es decir, unas 74 toneladas si sólo logran dar una vuelta. En las escuelas y hospitales se generan 15; en el mercado Baltazar R. Leyva Mancilla, el más grande de la ciudad, diario salen tres camiones con 12 toneladas, es decir 36 en total. Por ahora hay una alternativa: llevar la basura al municipio Eduardo Neri, Zumpango. El gobernador, Héctor Astudillo Flores, y los alcaldes de ambos municipios acordaron que en el basurero de Zumpango se rehabilitara una celda para ahí llevar las 350 toneladas. Sin embargo, los pobladores protestaron y se oponen a que ahí se tire la basura de Chilpancingo.