Hay un vino que nació en el desierto. Se trata de un licor de antes, el primero. Su origen se entrelaza a un pueblo que surgió en un oasis, pero su historia ha perdurado hasta nuestros días. Se conserva en barricas de roble y se disfruta en las noches frías que caracterizan al corazón de Coahuila.

A medio camino entre Saltillo y Torreón, en una región árida, existe una pequeña ciudad poblada de nogales. Se trata de Parras de la Fuente, el primer Pueblo Mágico del norte del país y el sitió donde se elaboró el primer vino del continente americano. Su historia se remonta hasta la llegada de una misión jesuita llamada Santa María de las Parras, el lugar donde en 1594 vería la luz este vino primigenio y donde iniciaría la tradición de los viñedos más antiguos del continente.

La parada obligatoria es Casa Madero, el sitio donde inició la historia del vino en la región. El origen de esta casa productora se remonta hasta la colonia, cuando, en 1497, un rey nombró a Don Lorenzo García señor de unas tierras con las condiciones ideales para el cultivo de la uva. Cinco siglos después, lo que inició como una hacienda es ahora un sello de calidad que produce 200 mil cajas anuales de vino.

Entre los principales logros de Casa Madero se pueden contar los más de 500 premios que ha ganado la marca al rededor del mundo en Francia, Italia, Inglaterra, Estados Unidos y Bélgica. La fama de esta casa vinícola de 420 años es tal que durante la Feria de la Uva, llega a recibir entre 3 mil y 4 mil personas.

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