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El obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel reprobó la agresión a la senadora y medallista olímpica, Ana Gabriela Guevara.
Advirtió que tras la agresión contra la legisladora, el pasado domingo 11 de este mes, muchos la apoyan pero otros “la denigran con ofensas realmente misóginas, ya no sólo contra ella, sino contra todas las mujeres”.
Se trata del “clásico machismo, que por cierto no es sólo mexicano, sino que aparece en toda su expresión inhumana”, enfatizó el religioso.
El obispo chipaneco comentó que desde hace 25 años en la diócesis a su cargo se instituyó la Coordinación Diocesana de Mujeres que ha luchado por educar a las mismas mujeres sobre su dignidad y sus derechos, así como por formar a los agentes de pastoral y a la comunidad creyente “sobre el lugar que Dios quiere para las mujeres”.
Para celebrar este cuarto siglo de trabajo en pro de las mujeres, agregó, de común acuerdo con las siete zonas pastorales de dicha diócesis, en la última reunión del Consejo Diocesano de Pastoral, se determinó dedicar la próxima asamblea ordinaria, en mayo de 2017, al tema "El lugar de la mujer en la sociedad y en la Iglesia".
Así que ya se elige a dos personas de cada zona pastoral para que ayuden a preparar y coordinar la asamblea, y se hace una encuesta en toda la diócesis con una sola pregunta: ¿Cuál es la situación que viven las mujeres en tu comunidad y en tu parroquia, en lo positivo y en lo negativo?, detalló Arizmendi Esquivel..
Con esta visión se procurará llegar a acuerdos para corregir el “machismo persistente entre nosotros y para seguir promoviendo el lugar que corresponde a las mujeres, tanto al interior de la Iglesia, como en la sociedad”.
Añadió que “aún hay marginación, menosprecio, abusos y violencia contra las mujeres, no sólo en las comunidades indígenas y campesinas, sino en las mismas ciudades y en los ambientes universitarios, pero mucho se ha avanzado”.
Pero, abundó, que son muchas las jóvenes, también indígenas, que estudian no sólo la secundaria y el bachillerato, sino que cursan carreras universitarias, con gran competencia.
Ya no se casan siendo adolescentes, ni son obligadas por sus padres a casarse con alguien que ni siquiera conocen, aunque quedan todavía algunos casos, sino que ellas eligen y deciden, afirmó.
Destacó que algunas mujeres indígenas, incluso pasan de 25 y 30 años de edad (sin casarse) y se sienten seguras de su trabajo y de sus decisiones, “a veces porque no encuentran un posible esposo que esté a su altura académica y humana”
pmba