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Ciudad Victoria
Desde 2013 se instalaron 43 “Torres de pánico” en Ciudad Victoria, de las cuales hasta la fecha la mayoría de la población desconoce su funcionamiento y jamás brindaron servicio a 100%.
“Nunca he sabido para qué sirven, creo que para vigilancia y para internet”, comentó un comerciante ambulante en el centro de la ciudad, mientras observa uno de los aparatos de color naranja.
—¿Ha sabido de algún conocido que utilizó el servicio?
—“No, llevo años viéndolas por la ciudad, pero no he sabido”.
Quienes le han sacado algo de provecho han sido algunos estudiantes, quienes con sus teléfonos celulares usan el servicio de wifi con el que cuentan algunas torres.
“Afuera de la escuela donde estudio hay una, y muchas veces me he conectado a internet, a mí sí me ha servido para eso”, expresa Julián Rodríguez.
Y agrega: “pero no todas funcionan, en otras partes he querido hacerlo y no me puedo conectar”.
Hasta el momento no existe información oficial sobre el costo real del programa “Torres de pánico”, que también es conocido como “Postes ciudadanos”, las cuales fueron instaladas en agosto de 2013.
El equipo fue incluido dentro de un paquete de 105 millones de pesos que se utilizó también para instalar las cámaras de videovigilancia en la capital de Tamaulipas.
En el caso de las torres, de acuerdo con personal del gobierno, se invirtieron 8 millones 434 mil pesos de recursos federales para el funcionamiento de este programa de seguridad.
Se trata de dos proyectos diferentes: el sistema de cámaras de videovigilancia opera en todo el estado y funciona como parte del programa gubernamental para la detección de presuntos delincuentes y de actos criminales mediante el monitoreo desde el C-4.
En contraste, las Torres de pánico es un programa piloto de la anterior administración estatal, que sólo se instaló en Ciudad Victoria y que ha sido cuestionado principalmente por la falta de información a la ciudadanía y por las fallas que presentó desde el inicio.
Antes de concluir la administración estatal que encabezó el ex gobernador Egidio Torre Cantú, el entonces secretario ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública en Tamaulipas, Armando Núñez Montelongo, informó que las torres de pánico “formaban parte de las estrategias para recuperar la seguridad”.
Explicó en qué consistían: “Es un poste con una cámara que tiene una herramienta adicional, tiene el botón de emergencia y se usa para delitos menores como robos; las cámaras las vigila personal de C-4, porque los postes también desempeñan la misma función de una cámara de videovigilancia, pero con servicios adicionales como el botón de pánico y el internet”.
Y aunque desde siempre fue cuestionado el funcionamiento, el mismo ex funcionario estatal defendió su utilización: “sí han sido útiles, se usa el internet y se reciben llamadas de emergencia, el botón es solo para reportar emergencias”.
Primeras deficiencias. Pero las quejas comenzaron desde que se instalaron los postes naranjas en Ciudad Victoria. En su momento, la regidora del ayuntamiento local, Abigail Medina Caballero, cuestionó el costo de este programa. En ese entonces ella era la presidenta de la Comisión de Comercio en la capital.
“No hay registro de que en realidad se utilicen para emergencias o delitos. No sabemos que en verdad se hayan activado”, dijo Medina.
Consideró que solo se utilizaban para aprovechar el internet gratuito “...y eso en los que sí otorgan el servicio”.
“Fue una mala inversión porque su uso ha sido muy pobre y a pesar de que hay robos en la zona centro, nadie activó la alerta”, lamentó.
Cuando fueron instalados los aparatos el objetivo inicial era que los ciudadanos desde esas torres podrían alertar en caso de que registraran situaciones de emergencia, como accidentes viales o hechos violentos. Además, al contar con una cámara, la videovigilancia debería ser directa.
Las torres de color naranja se instalaron en lugares estratégicos donde se reunen muchas personas, como en plazas públicas, afuera de planteles escolares y centros comerciales.
EL UNIVERSAL recorrió la mayoría de los sitios, como el ubicado frente en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, otro frente a la Secundaria Técnica número 1 Álvaro Obregón, frente a las instalaciones de la Presidencia Municipal, uno más frente al Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios número 24, y uno más frente al DIF Tamaulipas, por nombrar sólo algunos ejemplos.
En el exterior de la Secundaria Técnica 1, al dialogar con un grupo de alumnos, un joven comentó que anteriormente sí utilizaban internet, “luego comenzó a fallar la conexión y ya vemos a pocos que lo usan”.
Otro afirmó que los botones sí funcionan. “Me tocó ver una ocasión en que la presionaron y comenzó la alerta y se escuchaba una voz desde la bocina de arriba”, dijo.
Y un comerciante, quien vende a un lado del poste, dijo: “sí funcionan pero la gente no sabe cómo usarlos”.
La operatividad inicial estaba planeada de la siguiente forma: una operadora debía contestar desde el C-4 a la alerta activada y de inmediato enviaría el apoyo y a las unidades de emergencia correspondientes.
“Gasto inútil”. Sin embargo, uno de los principales problemas que se presentó en el programa piloto fue la falla de la configuración del software, lo que retrasó 10 meses su funcionamiento.
Dicho software era para que el internet gratuito contara con un candado y que los usuarios no pudieran accesar a páginas de pornografía o de diversión como películas o música.
La diputada local Teresa Aguilar comentó que habría que investigar a fondo lo que sucedió con este programa, “porque el daño ya está hecho, fue un gasto innecesario e inútil”.
Dijo que se le podría sugerir al nuevo gobierno que retome este asunto: “una de dos, o que las retiren o que realmente funcionen de manera práctica”.
La legisladora panista agregó: “De momento se me hace un gasto innecesario, inútil, sólo están de adorno, ahí quedaría perfecto poner unos monos de nieve para este tiempo navideño”.
Al entrevistar a personal que laboró en la administración anterior se logró confirmar que este programa ha sido inservible para la población, “principalmente porque nunca se explicó su función real de forma abierta y completa. Han terminado en usarse solo para conectarse al internet”.