estados@eluniversal.com.mx
Santa Cruz Xoxocotlán.— El aroma del incienso, el calor de las velas y veladoras y los rezos son el ritual para recibir a los muertos, en la víspera de Todos los Santos.
En este municipio, a unos tres kilómetros al sur de la capital, aún se conservan tradiciones prehispánicas y coloniales, ahora complementadas con la modernidad.
Desde las 18:00 horas, cientos de personas acuden a uno de los dos panteones del centro de la población zapoteca, situada en las faldas del cerro del centro ceremonial de Monte Albán.
La costumbre es velar a los muertos desde sus tumbas. Prender velas que guiarán el camino de quienes llegan a las festividades de los dos primeros días de noviembre; convivir con la familia e incluso llevarles música y tirar cohetes al aire.
Divino y terreno. Así lo hizo el 31 de octubre Perla Félix Ramírez, quien junto con su esposo e hijos, visitó a la tumba de sus abuelos. Declara: “Llegamos a las siete de la noche y nos retiramos después de las dos de la madrugada”, una vez que acompañaron a sus deudos. Sin embargo, la mayoría continúa hasta las seis, siete u ocho de la mañana, pese al frío de la madrugada, que mitigan con rezos, bebidas calientes
o mezcal.
De acuerdo con un oriundo de la localidad, Erasmo Rodolfo Medina, “la velada es un encuentro entre lo divino y lo terrenal. Las tradiciones aquí por Día de Muertos inician desde el primer domingo de octubre y en los subsecuentes, en que se acude a los panteones a realizar el “Rosario de Aurora”, actividad que se caracteriza por el repique de campanas y tronido de cohetes, y por realizar rezos cantados e hincado”.
Xoxocotlán se caracteriza también por contar con la llamada Capilla de las Ánimas, situada en la Ex Garita, sitio de la Colonia de ingreso a la capital por el lado sur, donde se efectuó la primera misa del continente americano.
Asimismo, describe, por contar con dos panteones en el centro de la población; el primero de ellos fue el templo de San Sebastián, del que aún quedan vestigios y es conocido como el panteón viejo; el segundo, distante a cuatro cuadras, es el panteón nuevo.
En ambos sitios se realizan las tradicionales veladas con extensas jornadas de rezos.
Disfraces y jolgorio. La tradición continúa el 1 de noviembre, en que se tiene la creencia que llegan a la Tierra los difuntos adultos, actividad que se combina con el intercambio de alimentos. Tras recibir a los muertos, quienes tienen compadres acuden a las casas a llevar un canasto con mole, pan, chocolate y frutas de la época, a fin de convivir; regresan con una porción menor que les entrega el visitado.
El 2 de noviembre, se considera que después de las tres de la tarde se retiran los difuntos, tras lo cual se realizan comparsas, vistosas calendas que la gente recorre con música y disfrazados las principales calles de la comunidad. Aunado a ello, se acude a los panteones, cuyas tumbas se adornan a semejanza de un altar de muertos, donde nuevamente se convive con ellos; en esa ocasión un sacerdote se ofrece para oficiar misas por el perdón del pecado de las almas.
En Xoxocotlán como en la capital y diversos municipios, las festividades por el Día de Muertos se complementan con vendimias, pinta de rostros a semejanza de calaveras, disfraces e incluso representaciones teatrales.
Es una época en que en Oaxaca se considera de actividad turística, debido a la atracción de cientos de visitantes que llegan para admirar las tradiciones.