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Puebla.— El arte de elaborar calaveritas de azúcar es una tradición que se transmite de generación en generación y esto lo sabe José Emilio Quintana Ramírez, quien crea estos dulces, considerados “tesoros indispensables” en las ofrendas de Día de Muertos.
Mientras enciende las hornillas y coloca las cazuelas de cobre sobre el fuego, comentó que este trabajo es laborioso porque mover el azúcar refinada con agua caliente a temperaturas que llegan a alcanzar los 120 grados centígrados no agrada a muchas personas.
Sin embargo, afirmó que al mismo tiempo este oficio “es hermoso”, porque se vuelve indispensable para vestir los altares de muertos con estas piezas, que son elaboradas en diversos tamaños.
El tamaño de las calaveritas más demandado es el identificado como número 3, que tiene un costo de 15 pesos la pieza, las hay desde los 3 y hasta los 50 pesos.
Por cada 5 kilos de azúcar refinada se emplean 2.5 litros de agua, se colocan unas cuantas gotas de limón y se mueve constantemente con una pala de madera.
Esta mezcla será batida hasta que con el hervor se obtenga el “punto de bola”, es decir, que la composición cristalina al contacto con el agua fría forme perlas.
Con la ayuda de su compadre e hijos, Emilio coloca sobre la mesa de trabajo los moldes de barro húmedos para vaciar el azúcar.
En cuestión de minutos hay que desmoldar, dijo, pero hay que esperar hasta dos días para que enfríe completamente el dulce y decorar.
Por su parte, la pintura para el decorado consiste en una pasta blanca hecha por azúcar glass, agua, limón y pintura vegetal en varios colores. Y para distinguir sus calaveras de azúcar de la competencia, él emplea papel metálico de colores y dibuja lágrimas en los cráneos.
En Puebla, comentó, las familias que se dedicaban a este arte estaban dispersas en barrios como El Alto, La Luz, San Antonio, Santa María, Analco y La Popular, pero lamentablemente nunca se agruparon como organización y mucho menos compartieron las recetas con por celos a su oficio.
A diferencia de muchos otros artesanos, Emilio Quintana realiza talleres en su establecimiento, en escuelas de Puebla y Tlaxcala, desde preescolar hasta bachillerato, y escuelas especiales, donde transmite sus enseñanzas a las nuevas generaciones.