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Crescencio Oliveira Cantú se ha cansado de ganar elecciones sin importar los colores que lo respalden, ya sea PRI, PAN o PRD. Es alcalde por quinta ocasión del norteño municipio de Parás y su secreto es muy simple: “Hay que atender a la gente, porque las obras no te las agradece nadie”.

La gente quiere algo en la bolsa, que los estés apoyando constantemente con programas o con cosas, si se enferman quieren que los cures, que los lleves al hospital, que les compres medicinas. Si se muere un familiar, que les des dinero para sepultarlo. Esa es la clave; ya después lo que más aprecian es que el pueblo esté siempre limpio y que haya seguridad para vivir tranquilos, dice el político y ganadero nuevoleonés.

Contra lo que pudiera pensarse, de que hay escaso interés en gobernar un municipio que sólo cuenta con un presupuesto de un millón de pesos mensuales para gasto corriente, del que se van 700 mil pesos en la nómina, 100 mil en alumbrado público, 100 mil en gastos administrativos y 100 mil en gasolina, Oliveira dice que al contrario, “todos quieren ser alcalde”.

Y es que la presidencia municipal “es la única fuente de empleos”. Muchos ranchos están abandonados e improductivos por una secuela de inseguridad, sequías prolongadas y falta de apoyo gubernamental.

“Ahorita traigo el doble de gente que se necesita, son como 150 empleados, porque nadie tiene qué comer y hay que darles una oportunidad”, reconoce. Por increíble que parezca, Parás sólo tiene mil habitantes, pero su padrón electoral es de mil 894 votantes, incluyendo 50 muertos que siguen apareciendo. Lo que ocurre es que las elecciones son en domingo y los censos los hacen entre semana, cuando no hay gente, porque muchos se van a otros municipios o a Estados Unidos a trabajar, por eso 60% de las casas están vacías, explica el edil.

En 1986, a los 31 años, Oliveira ganó la alcaldía por primera vez, postulado por el PRI. Volvió a ser alcalde en el periodo 1992-1994 y la tercera en 2000-2003 por el mismo partido. La cuarta vez que ocupó la alcaldía, de 2006-2009, fue apoyado por el PRD porque no quisieron los del tricolor hacer consulta a la base, “volvieron al dedazo y nosotros les ganamos, cuando Andrés Manuel López Obrador fue candidato a la presidencia”.

Luego en 2009 ya no hubo nada con el PRD. El que estaba de presidente del comité municipal quiso ser el candidato y la raza no lo apoyó. Nosotros impulsábamos a mi esposa la profesora, Laura Esthela Treviño, por el partido Nueva Alianza, que perdió por 18 votos ante el PRI.

“Dejamos pasar un tiempo, nos volvimos a alborotar, pero ya no por el Panal, porque tiene sus intereses muy rígidos y a nosotros no nos gusta que nadie nos maneje. Nosotros ponemos el cien por ciento de la planilla. Si nos ponen una traba, nos cambiamos de partido”, presume el hombre. Esta vez, en 2015, quise regresar al PRI y no se pudo, entonces nos ofrecían por el Verde y no nos convino. Nos ofrecieron por el PAN como candidato ciudadano y ganamos. He llegado al gobierno municipal por tres partidos, por el PRI, PRD y PAN. Sin ufanarse, señala, “ya jugué contra todos y les gané, porque además fui presidente del comité municipal del PRI dos veces por consulta a las bases”.

Expresa que en su municipio los comicios son muy concurridos. En 2015 votó 90.2%, “quitando los 50 muertos que hay en el padrón, votan todos, porque vienen los que están en Estados Unidos, sólo se quedan sin votar los que estén de mojados o el que esté muy grave en un hospital, pero si está enfermo en el pueblo, lo sacan de la cama para que vaya a votar, y así ganamos casi dos a uno”.

Crescencio Oliveira considera que haber ganado cinco elecciones como candidato y dos como líder municipal del PRI es cosa de suerte, y porque para conseguir apoyos él no va con los líderes, va directo con la gente, así para cuando los líderes se dan cuenta, ya están solos. Además ha seguido una regla muy sencilla: “Tienes que salir como entraste [en patrimonio] y seguir haciendo lo que hacías antes”.

Menciona que en los pueblos pequeños ocurre lo que describe un cuento de Gabriel García Márquez. “En este pueblo no hay ladrones”, donde el protagonista se robó tres bolas de billar, a las que no pudo sacar ningún provecho y llevado por esa realidad y el remordimiento, puesto que culparon a otro, tuvo que devolverlas a su dueño.

“Para qué agarras nada, todo mundo te señala, como quiera se dan cuenta. Y si es algo que van a reconocer, lo escondes o lo tiras”. Comenta que para buscar su progreso económico, aparte de la política que es su pasión, se dedica a los negocios.

“En Nuevo León son 51 municipios, llevo 200 ex compañeros alcaldes y actualmente son otros 50; bueno pues de los 200 que fueron, como 170 están en la ruina y sólo 30 están económicamente bien”.

La clave es que si tú vives de una manera y entras de alcalde, tienes que seguir viviendo de la misma manera. Porque si entras jodido y empiezas a vivir como rico, sales y le sigues de rico, pues truenas.

Tienes que seguir igual, y lo que tú hacías no lo puedes dejar de hacer. Estar en la presidencia es estar en un patín del diablo, pones un pie en el patín y con el otro le tienes que estar dando al trabajo tuyo, así que cuando sueltas el patín, ya nada más sigues caminando. “Sábados y domingos son del rancho, y el que quiera hablar conmigo que se vaya conmigo todo el día”.

Oliveira confiesa que este ha sido su peor periodo como alcalde, debido a la falta de recursos de los gobiernos federal y estatal, “no hay atención de nadie”. En la federación ha metido proyectos de obras, pero no han sido autorizados, y en el estado, dicen que todo se les va en la deuda y la nómina de maestros y policías.

Sobre si buscará la reelección, reconoce que está difícil, porque la gente está pidiendo “hasta lo que no, mejor vamos a ver si terminamos el periodo”. Les voy a decir cuando se llegue el momento, “busquen alguien que quiera y si no hallan, vienen para acá”.

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