El arzobispo de San Luis Potosí, Jesús Carlos Cabrero Romero, recomendó a los sacerdotes no visitar enfermos por las noches, ante los hechos criminales que han enfrentado curas potosinos, dos de ellos secuestrados el año pasado y otro que hace dos meses estuvo a punto de ser levantado por sujetos que irrumpieron en un templo.

El vocero de la Arquidiócesis, Juan Jesús Priego Rivera, dijo que lamentablemente ser sacerdote y ser periodista se ha convertido en una tarea de alto riesgo en este México violento. Por ello, en esta entidad, a los presbíteros no les sorprendió el asesinato de dos sacerdotes en Veracruz ocurrido en días pasados.

El obispo ha dicho que los criminales pretenden que los sacerdotes les proporcionen información de la comunidad y conocer la situación del lugar. En algunos casos los buscan en los templos o hacen llamadas de extorsión.

En un contexto de riesgos, el arzobispo ha recomendado a los sacerdotes que no salgan en las noches a ver a sus enfermos si no son gente de la misma comunidad y que se resguarden pronto para cuidar de su vida. Jesús Priego señaló que en ocasiones la gente pide el acompañamiento de un cura y hay que acudir porque de lo contrario se molesta.

La noche del 22 de julio pasado un grupo de hombres armados entró a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, de la comunidad La Estanzuela, localizada en el municipio de Mexquitic de Carmona, ubicado al oeste del estado, con la intención de llevarse a quien pretendían ‘levantar’. Al personal del templo le dijeron que le llevaban al cura un mensaje “de su jefe”. En ese momento el párroco titular y su vicario no se encontraban y “por eso no lo levantaron”.

Los agresores ataron a tres empleadas en la notaría parroquial para exigirles que revelaran el lugar en donde se encontraba el padre; una secretaria se fracturó las piernas al tratar de escapar para protegerse.

En 2015, un sacerdote de un templo de La Pila y otro del Salitral de Carrera, fueron levantados.

Uno de los curas afectados mencionó que hace un año al pasar por una comunidad se percató que los ocupantes de una camioneta lo seguían y al ser alcanzado por ellos observó que estaban encapuchados y llevaban armas largas.

Le cuestionaron a qué se dedicaba y a dónde se dirigía, y les dijo que era sacerdote y que iba a una reunión; se llevaron su vehículo, le quitaron su cartera, lo subieron a una camioneta y se dirigieron a una carretera estatal.

El religioso comentó que los sujetos le hicieron muchas preguntas que sólo les contestaba como un robot. Más adelante llegaron a un lugar en el que observó que estaba su camioneta, y escuchó que un hombre le dijo a otro “sí es” y “pensé lo peor”, dijo el cura.

En el sitio otro de los agresores lo bajó con violencia de una camioneta y más adelante un sujeto le dio un culatazo en el hombro y lo derribó. El sacerdote comentó que se puso a rezar, y después observó que los atacantes se fueron y lo dejaron ahí, por lo que se subió a su camioneta en la que se puso a llorar pensando en lo corto y en lo frágil que es la vida, así como en lo riesgoso que son  los territorios en los que ejercen su ministerio. “Le di gracias a Dios por haberme dejado, y aquí estoy, trabajando”, compartió el sacerdote levantado a través del padre Priego.

spb

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