Chihuahua.— Este año no habrá fiesta en el interior de Palacio de Gobierno. La crisis financiera no permitió llevar a cabo el festejo que César Duarte planeaba ofrecer a sus invitados la noche del 15 de septiembre.

Durante los primeros cinco años de este gobierno, mientras afuera de Palacio miles de chihuahuenses celebraban de pie la verbena, con alguna trompeta, comiendo frituras, bebiendo refresco y soportando pisotones, en el inmueble donde fue fusilado el cura don Miguel Hidalgo unos 2 mil 500 políticos y empresarios con sus familias disfrutaban de las mejores bebidas, cena y espectáculos privados, con cargo al erario.

Vinos importados, alta repostería, chocolates y viandas de quesos finos degustaban los asistentes, dependiendo de a cuál de las cuatro áreas se les permitiera el ingreso.

En la entrada norte de Palacio de Gobierno se montaba todo un operativo de seguridad, quienes iban a la planta baja eran en su mayoría seccionales del PRI, funcionarios de medio nivel, reporteros y colados. Ingresaban con una invitación de papel.

Desde temprana hora comenzaba la fiesta con cerveza, tequila con agua mineral o whisky nacional y mucha comida tradicional; aunque con la mejor vista para el espectáculo, ya que en la fiesta “de adentro” se presentaban cada año artistas como Beatriz Adriana o Estela Núñez.

Al segundo y tercer piso los invitados ingresaban con una pulsera; el menú era el mismo, aunque los tequilas era de mejor marca y la gente iba en sus mejores galas.

El Palacio de Gobierno se decoraba con flores y adornos mexicanos, desde el suelo hasta el techo no quedaba un espacio libre para colocar coloridos arreglos o luces. Duarte si algo tiene es que es buen anfitrión.

Al salón 25 de Marzo iban los directores de gobierno y empresarios, se degustaban viandas de quesos finos, jamones serranos, ostiones, repostería fina, fresas con chocolate, trufas y un sinfín de bocadillos que apenas se terminaban se colocaba una nueva bandeja por meseros ataviados con su corbata de moño.

Los invitados personales del gobernador no hacían fila para entrar. Las camionetas de lujo que se disponían para trasladarlos, los guardaespaldas que se les asignaban y el personal de relaciones públicas encargado de acompañarlos los llevaban hasta el Salón Rojo y el despacho del mandatario.

Ahí sólo gabinete, artistas y acaudalados empresarios departían con el titular del Ejecutivo.

La noche del Grito por cinco años fue separada en cinco tandas: la del pueblo y las cuatro del Palacio; en el último festejo patrio que presidirá Duarte ya no habrá más de esos manjares, quizá los que fueron sus invitados igual acudan este año y se mezclen entre la gente, lleven su trompeta y aguanten pisotones.

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