Veracruz.— En el último año, Arturo Bermúdez Zurita le hizo saber a Javier Duarte de Ochoa, al menos en dos ocasiones, que era tiempo de dejar la Secretaría de Seguridad Pública. El gobernador se lo impidió, pero ayer jueves, en medio de acusaciones de corrupción, lo dejó ir.

La renuncia conmocionó al temido piso 5 de la torre de la SSP. Escoltas y esculturales damas habitualmente eran testigos del poderío de Bermúdez, pero también de su explosiva, paranoica y mal entendida disciplina militar. En ese piso los gritos eran frecuentes.

Insultos y palabras altisonantes contra sus subalternos eran la constante. A la tropa, jefes y subsecretarios, regularmente los disciplinaba con golpes en el estómago.

La plenitud del poder le llegó al final del sexenio de Miguel Alemán Velasco. El subsecretario de Administración de Finanzas alemanista, Sergio Maya Alemán, conformó a su equipo de transición, entre ellos Bermúdez, en tanto el entonces gobernador electo Fidel Herrera nombró su enlace a Javier Duarte, el muchacho que acogió como hijo cuando su padre murió en 1985.

Bermúdez logró ser titular del Centro de Emergencias y Subsecretario de Seguridad. Se capacitó como Instructor de Manejo Evasivo por la Scotti School de California; realizó cursos de tiro profesional y aprobó el Taller de Negociación de Secuestros y Manejo de Crisis.

En los primeros seis meses de la gestión de Javier Duarte (2011), su secretario de Seguridad, el general Sergio López Esquer, sufrió un atentado y renunció. Bermúdez, sin una carrera policial ni militar, tomó las riendas.

Trató de impulsar la dignificación de la dependencia, elevó el sueldo a los agentes y los equipó con armas sofisticadas.

Recibió la entidad con 74 mil 241 delitos del fuero común. Para 2015, según cifras oficiales, se denunciaban sólo 45 mil.

También se enfrentó a la infiltración del narco. Según contó a diputados en una comparecencia, policías dieron detalles de su ubicación y el jefe de plaza de Los Zetas lo interceptó en Xalapa. Bermúdez y sus escoltas desenfundaron armas y fusiles de asalto, los sicarios hicieron lo propio. Tras amenazas en contra del funcionario, ambos grupos salieron ilesos.

Emprendió una depuración. Con aval de Duarte desapareció tres corporaciones intermunicipales y echó a cerca de 3 mil oficiales.

Su prueba de fuego fue el 18 de noviembre de 2011. Elementos Ayudantía, quienes brinda seguridad a los funcionarios, se enfrentaron a un grupo en la vía Xalapa-Briones e impidieron que alcanzaran a los hijos del gobernador.

Cuatro sicarios perdieron la vida y uno fue detenido. Bermúdez, quien comparecía ante el Congreso, abandonó el lugar en helicóptero para llegar al sitio. Si la confianza era total, ahora era ciega.

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