Empotrada en la parte alta de este pueblo de la Sierra Norte de Oaxaca está la casa de Joel Martínez Flores, cafetalero de oficio y dirigente de la organización local La Fuerza del Quetzal —también dedicada al café— y finalmente albañil por necesidad.
En un terreno plano que mide dos metros por dos metros de su vivienda, Joel construyó un pequeño invernadero donde cultiva café de la variedad Oro Azteca, la cual brinda esperanza a él y a más de 2 mil 500 pequeños productores de este pueblo de 8 mil habitantes.
Desde hace cuatro años, cuando la plaga roya los atacó, el café dejó de ser negocio y se convirtió en una verdadera maldición.
Muchos abandonaron el campo y migraron a la ciudad de Oaxaca, el norte del país o Estados Unidos en busca de mejores opciones de trabajo, otros, como él, se aferraron a lo único que tienen: sus tierras.
Joel es dueño de dos hectáreas y aunque considera que no es mucho, es todo el patrimonio de su familia. Antes de la desgracia, en 2014 cosechaba hasta cinco bultos de café criollo (arábica), el mejor de la zona por su sabor y peso, pero muy sensible a la plaga roya y al calor cuando se siembra en terrenos de baja altitud (menor a 900 metros), característica de los cafetales de esta parte de la Sierra mixe.
Cada bulto está conformado por 57 kilos, cada kilo, dependiendo de la demanda y el precio en el mercado, se colocaba entre 35 y 40 pesos (incluso en este 2016, dada su escasez, llegó a costar 45 pesos), el año antepasado cada bulto alcanzaba hasta mil 400 pesos y Joel contaba con 282 kilos por temporada, consiguiendo hasta 7 mil pesos.
Con la roya, en 2015 Joel cosechó 43 kilos; este año obtuvo sólo dos, que terminaron siendo para consumo familiar.
“El peor año para el café fue este 2016. Qué hago con 80 pesos. Cuatro personas dependen de mí. No tengo dinero. De lo que saco como peón apenas alcanza para comer. No tengo apoyo ni del gobierno. No me voy porque no tengo adónde ir, aquí tengo por lo menos mi tierra para sembrar otra cosa. Tengo aún fe, aunque parece que esto ya no tiene remedio”, asegura mientras muestra su pequeña cosecha.
Huyen del campo
Mientras tanto, Juan Sánchez Sánchez, presidente de la organización cafetalera El Divino Tesoro del Quetzal (con 115 productores), posee tres hectáreas, las cuales este año le dieron 800 pesos por 19 kilos, cuando en 2013 cosechaba 513 kilos en nueve bultos.
“Antes sacaba hasta 15 mil pesos por cosecha. La mera verdad, en el pueblo todos están abandonando el campo. Los que se quedan se pelean las pocas obras que realiza el ayuntamiento.
“Muchos se van al norte o al gabacho, con el abandono ya no hay quién realice los tequios”, lamenta mientras señala los cafetales abandonados.
La organización considera que 80% de todos los productores que se encuentran en San Miguel Quetzaltepec han abandonado sus cafetales por la roya y la falta de apoyo gubernamental, además de que las nuevas variedades que se proponen como alternativa —oro azteca, garnica, colombio, geisha entre otras— tardarán de dos a tres años en dar frutos, situación que los desanima aun más.
Antes de la crisis, esta asociación entregaba a la Confederación de Productores de Café en Oaxaca más de 200 bultos, alrededor de 12 mil kilos. En 2014 todos los socios entregaron 120 bultos, más de 6 mil kilos; en 2015 ofertaron 17 bultos con 969 kilos y en 2016 se redujo a 500 kilos, la cifra más baja de la historia. Además de que este año 40% del colectivo abandonó el cultivo.
Por su parte, Gregorio Pérez Juárez, presidente de la Nueva Organización de Profesionales, Estudiantes, Migrantes, Indígenas y Campesinos de San Miguel Quetzaltepec (NOPEMIC), explicó que en cuatro años las plantas de café se han secado por completo, por lo que solicitaron al gobierno federal declarar zona de desastre todos los pueblos cafetaleros de Oaxaca.
“Hemos solicitado a Sagarpa que fumigue por tierra y aire la zona cafetalera de nuestro pueblo y del resto del estado para combatir la plaga que está matando nuestros cafetales, aplicando realmente productos que erradiquen las plagas y no dañen el ambiente. No hemos tenido respuesta”, expuso el líder campesino al Presidente de la República en un documento.
Abandono generalizado
De acuerdo con la Confederación de Cafetaleros Oaxaqueños, en el estado existen alrededor de 150 mil productores con más de 100 mil hectáreas en la Sierra Norte, Sierra Mixe, Sierra Sur y la Costa, de los cuales 85% son del sector social, en tanto que del sector privado existen al menos 50 fincas activas.
Oaxaca se ubica en el cuarto lugar a nivel nacional en cuanto a volumen de producción de café en calidad y sellos, con presencia en los mercados de Estados Unidos, Europa y Asia, detalló Luis Galguera Scherenber, presidente de la confederación.
En los años 80, cuando se alcanzó el mayor volumen de producción, Oaxaca colocaba en el mercado entre 800 mil y un millón de quintales (bultos de 57 kilos) de café, cuando México exportaba de cinco a seis millones de sacos al año, la caída comenzó en la década de los 90 y en el periodo 2013- 2014 se lograron en el estado sólo 300 mil sacos, aún falta contabilizar la cosecha 2015-2016, que asegura, será menos de la mitad por la roya.
“Esta temporada es la peor de todas. No se tienen cifras específicas de la catástrofe del campo cafetalero, pero para darnos una idea, nosotros como organización en el 2007 garantizábamos 8 mil quintales, en 2015 bajamos a 3 mil, pero en este 2016 apenas si llegamos a mil 200 quintales”, especificó el productor.
Desde el 2013, cuando comenzó la crisis, por la venta de 300 mil quintales de café en Oaxaca los productores lograban alrededor de 600 millones de pesos que se distribuían en todas las regiones cafetaleras. Galguera Scherenber vaticinó que esa cifra bajará a la mitad en 2016.
“En la peor crisis se logrará hasta 300 millones, dinero que llegará a todas las comunidades, dinero que no puede compensar el Estado, por eso es de risa cuando el gobierno, con bombo y platillo, anuncia que invirtió 5 millones al campo”, explicó.
Para este finquero, la crisis en Oaxaca tiene tres factores: el primero tiene que ver directamente con el productor, ya que dejó de ser negocio al tratarse de cafetales viejos, mal manejados, sin asistencia técnica, lo cual obligó a muchos a emigrar y abandonarlos, asimismo, los jóvenes hijos de cafetaleros o empresarios no quieren trabajar en el campo.
“El segundo factor es el marco institucional, puesto que con el tiempo han desaparecido instancias federales que apoyaban con asistencia técnica y apoyos, como el caso del Instituto Mexicano del Café (Inmecafé). Prácticamente el Estado se deslindó y actualmente no hay una institución detrás del café. Lo que está sucediendo en el cambio de variedad es un proceso de errores y cambios.”
La tercera causa es el clima, la roya se convirtió en un problema, ya que el hongo encontró las condiciones propicias para desarrollarse con una gran magnitud por cafetales abandonados y en condiciones climáticas desfavorables, pues 99% son cultivos bajo sombra, el intenso calor y el viento provocaron que los hongos secaran las plantas.
Luis Galguera Scherenber considera que este año será decisivo, porque se entró en un proceso de actualización y rescate, por lo que se espera que de los 150 mil productores oaxaqueños, sólo logren sobrevivir 41 mil, confía en que permee una visión llena de futuro y competitividad con los cafetaleros de importación.