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San Juan Chamula.— Después de recibir el bastón de mando que lo avala como alcalde de San Juan Chamula, Mateo Gómez Gómez declaró ante los agentes municipales de 162 comunidades y representantes de los distintos comités, que gobernará “para todos” y “sin distinción de partidos políticos”.

A las 8:00 horas, acompañado de las autoridades tradicionales de su barrio, San Pedro, se plantó a la entrada del templo de San Juan Chamula, junto a varios mayoles, corinaroles, alcaldes y cabildos, para rezar al santo patrono del pueblo: San Juan.

Antes, las autoridades tradicionales arribaron a la plaza central resguardada por más de 500 policías estatales, desde el sábado pasado cuando fue asesinado el edil José López González.

También llegaron los agentes municipales y miembros de distintos comités de las comunidades, para atestiguar la asunción del que fue primer regidor y el miércoles por la noche rindió protesta ante el presidente del Congreso, Eduardo Ramírez, y el de la Junta de Coordinación Política, Hugo Mauricio Pérez Roblero.

Mateo, de 27 años, vestía un chuj (cotón) negro, pantalón y camisa blanca, caites y sombrero tradicional de su barrio; ingresó al salón, donde recibió la unción de los mayoles, corinaroles, alcaldes tradicionales y cabildos.

Primero se sentó frente a un cruz de su barrio, donde las autoridades tradicionales le entregaron el bastón de mando, rezaron frente a él para pedir que gobierne en paz y reciba la protección divina; luego le tocaron el rostro y el pecho, con las puntas de plata de los bastones de mando.

Finalmente, le ofrecieron una copa de posh (aguardiente). Al lado de Mateo se encontraba su asesor, José Gómez González, conocido como Goch (guacal) que fue alcalde de Chamula en el periodo 2012-2015, por el PRI.

La misma escena se repitió en las cruces de San Sebastián y San Juan y al término de la ceremonia religiosa salió al corredor de la alcaldía donde, en tzotzil, dijo que se comprometía a gobernar “para todos”, sin importar a que partido pertenecen.

Después, el alcalde se trasladó con las autoridades tradicionales a su casa, en el barrio de San Pedro, donde rezó frente a una cruz. Un escribano le limpió el bastón de mando y lo pasó en varias ocasiones sobre los braceros para que se “purificara”.

Su esposa, Laura Hernández, acompañada de dos mujeres se arrodilló en el piso tapizado de juncia (ramas) de pino, mientras que un hombre repartía botellas de posh.

Un comerciante que tiene su negocio frente al edificio del PRI, deseó que a Mateo le vaya bien, porque “de eso depende la paz en este municipio”.

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