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Pluma Hidalgo, Oaxaca.— Se nota cansada, triste, tiene hambre, pero antes de llevarse algo a la boca prefiere que coman sus nietos. No tienen maíz —su principal fuente de energía nutricional—, tampoco arroz, sopa, leche y tomates.
Las tiendas que aún tienen algo de producto disparan los precios, saben que tarde o temprano los pobladores buscarán la forma de comprar un poco de grano.
Pluma Hidalgo, en la región de la Costa, famosa por su café de altura, está en crisis alimentaria. En la casa de Gabriela Hernández, de 51 años, no hay más que unos cuantos nopales y un chayote. Tiene algo de maíz, pero no lo quiere tocar hasta que sea necesario.
“Habitamos seis, entre ellos dos menores, de tres y seis años. Ahorita tengo como cuatro kilos de maíz, pero prefiero que coman mis nietos, yo me tengo que aguantar”, explica.
En este poblado, donde se produce el café de altura, habitan poco más de 4 mil personas; todas tienen problemas de desabasto por los bloqueos carreteros que mantienen los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en la entidad.
“Toda la gente está preocupada porque no hay maíz, no hay arroz, hay poca sopa, leche, no hay tomates”, comenta doña Gabriela. Desesperada, insiste sobre lo que pasará con sus nietos: “¿Qué les vamos a dar?”
Desde hace varios días, en la familia no hay ingresos. Doña Gabriela hace tortillas, de las que obtiene hasta 70 pesos de ganancia al día; hoy no tiene la materia prima para elaborarlas. La bodega de maíz de la tienda Diconsa de Pluma Hidalgo está vacía.
Su esposo se ocupa de lo que sea, de que lo contrate algún vecino, pero ahora no hay trabajo por el desabasto de combustible.
Su docena de nopales y el chayote los irán racionando; lo extenderán los días que más se pueda y después de eso sacará su reserva de maíz para los nietos.
Jorge Luis Arellano, encargado de la tienda, no tiene qué vender, sólo jabón y otros artículos. Pide que ya se desbloqueen las carreteras.
Alma, aunque vive sola, está en la misma situación. En su casa de madera con techo de lámina prepara algo de pollo para salir a vender el fin de semana en la plaza. Tampoco tiene frijol y azúcar, pero dice que aguanta porque no tiene familia aún.
Ahora debe pagar dos pesos más en las tiendas particulares porque en Diconsa no hay mercancía, y teme que si sigue así la situación los precios seguirán subiendo.
Comprar un kilo de huevo es un lujo, el precio aumentó 15 pesos. “Cien pesos alcanza para un kilo de arroz, maíz... Estamos amolados”, dice.