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La confrontación entre las fuerzas federales y estatales, integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y pobladores de Asunción de Nochixtlán es el resultado de un coctel, en el que se mezclaron una “mala planeación para el desbloqueo” en una zona donde existen al menos 61 organizaciones sociales de activistas que tienen como antecedente la operación de células de la guerrilla desde 1996 y lo que se considera una plaza de maestros y normalistas “que todo el tiempo se están adoctrinando”.

Samael Hernández, investigador y sociólogo de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, dijo a EL UNIVERSAL que para los oaxaqueños no es desconocido que el tianguis de Nochixtlán atrae los domingos a la población de al menos 63 localidades. Una zona en la que tienen influencia estudiantes y maestros porque se asientan las normales experimentales de Huajuapan, de Tepozcolula y la de vanguardia femenil de Tamazulapa, ubicadas a una hora de distancia y que establecen un triángulo de activismo en la región.

Se trata de tres de las normales que por años han alimentado la dirigencia de la CNTE e incluso de movimientos como el Frente Popular Revolucionario, considerado brazo político del Ejército Popular Revolucionario (EPR), así como de Antorcha Campesina, el Comité de Defensa de los Pueblos (Codep), el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (MULTI), el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT) y la Unión de Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort).

Para el también ex asesor del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), lo ocurrido el domingo en Nochixtlán muestra que hubo desaseo en la actuación de la fuerza pública “al caer en la provocación de quienes explotaron unos cohetones y se internaron en el pueblo que tiene conocimientos claros de táctica y reacción ante la acción de la policía. Por eso en poco tiempo establecieron barricadas, armaron bombas molotov y hasta pudieron emboscar a las fuerzas del Estado”.

Carlos Ornelas, investigador de la UAM y visitante de la Escuela de Posgrado en Educación de la Universidad de Harvard, dice que lo ocurrido el domingo “inyecta combustible a un movimiento que iba de retirada y le hace obtener una victoria corta. Consiguen abrir la negociación con el gobierno federal”.

Los expertos critican la falta de trabajo de inteligencia sobre la zona, el actuar de la Policía Federal. “Cómo es posible que no puedan prever una emboscada de 2 mil personas, qué clase de información e inteligencia tiene el gobierno que no logra advertir esa situación. Es una pifia y los primeros testimonios que se recogen hablan de que la gresca empezó del lado de los pobladores, entre los cuales puede haber grupos guerrilleros, estudiantes de las normales”.

Se trata de integrantes de organizaciones y del magisterio que han integrado “grupos muy politizados con una ideología izquierdista, de viejo cuño: marxista-leninista que todavía sueñan con la revolución. La Coordinadora es una federación de grupos que compiten entre sí para ver quién es más radical y encabeza la organización. Esa es (Nochixtlán) una zona muy ideologizada, en donde sí tienen presencia los simpatizantes de la lucha armada y que logran la simpatía entre los pobladores por la miseria ancestral en la que viven”, expone.

Datos del Consejo Nacional de Población del periodo 2013-2015 clasifican a la región donde se ubica Nochixtlán como de marginación media, y quedó excluida de la Cruzada contra el Hambre. En el municipio en el que habitan más de 19 mil personas en una cabecera que aglutina a 63 localidades más, seis de cada 10 pobladores están en condiciones de pobreza.

A partir del proceso electoral del 5 de junio “el coctel por los resultados adversos a las organizaciones sociales que le disputaron la alcaldía al PRI, más la situación de marginación, el asentamiento de grupos sociales activistas politizados, permitieron que la incursión de las policías Federal y ministerial integraran un círculo de fuego”, describe Samael Hernández.

“Estas situaciones son aprovechadas en el país por grupos anarquistas y sociales que aprovechan movimientos como el magisterial para insertarse. Son los que saben cómo hacer rápidamente bombas molotov y lanzar cohetes o hasta utilizar ondas con piedras, lo cual no es nada improvisado y se pudo advertir en las imágenes del domingo”, dice el ex director del IEEPO, Emilio Mendoza Kaplan.

A diferencia del conflicto magisterial de 2006, en Oaxaca, cuando él fue titular del Instituto, considera que lo ocurrido en Nochixtlán tiene diversos orígenes, como la presencia de grupos anarquistas que también actúan en Guerrero, Michoacán y Chiapas. No se trata de un problema originado estrictamente de la reforma educativa, puesto que entre los fallecidos no hay reportes de integrantes de la CNTE y “eso nos debe llevar a un análisis diferente”. Aunque reconoce que entre las organizaciones que operan en la zona los liderazgos sí corresponden a integrantes del magisterio.

En el estudio de El Colegio de México, El Pueblo Ensaya la Revolución, el investigador Marco Estrada Saavedra establece que el vínculo de la Coordinadora con grupos como el Frente Popular Revolucionario, la Codep, la Organización Productora del Norte de Oaxaca y el Frente de Sindicatos y Organizaciones Democráticas de Oaxaca junto a la Comuna de Oaxaca, entre otras, son enlaces que a lo largo de la última década tuvieron como propósito crear una “escuela de formación ideológica de cuadros y militantes” para oponerse al régimen.

El estudioso de la Universidad Libre de Berlín indica que en función de esas relaciones se impulsó “la formación de una conciencia político-sindical sustentada en el marxismo-leninismo y en la lucha de clases”.

Esa postura se fortalece en las escuelas normales, donde tuvieron influencia al controlar el IEEPO por más de 25 años y se consolidó con la integración de la Coordinadora Estudiantil Normalista del Estado de Oaxaca (CENEO), a la que están adscritas las tres normales con alta presencia en Nochixtlán.

El investigador considera que a pesar de que en 2006, la entonces procuradora general de Justicia de la entidad, Lizbeth Caña, consideró que las acciones de la CNTE junto a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) eran propios de una “guerrilla urbana —al enviar mensajes subversivos, bloquear carreteras, divulgar rumores para desestabilizar, influir en las personas y generar terror—… el riesgo para las policías se encuentra más bien en la acción colectiva y masiva”.

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