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Puebla. Lamentan que pedir justicia sea gritar al cielo en el desierto

En funeral de las víctimas de matanza en Coxcatlán llaman a no ser insensibles

Cientos de personas despidieron ayer a los cinco hombres, cuatro mujeres (una estaba embarazada) y dos niños, quienes fueron asesinados en Coxcatlán el viernes pasado (OMAR CONTRERAS. EL UNIVERSAL)
14/06/2016 |03:10Corresponsales |
Redacción El Universal
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Puebla.— Cientos de personas despidieron ayer a los 11 integrantes de una familia que el viernes pasado fueron asesinados en el municipio de Coxcatlán, entre los límites de Puebla y Oaxaca.

Los féretros de los cinco hombres, cuatro mujeres y dos niños masacrados en la comunidad de El Mirador dieron su último recorrido por las calles de esa región asentada en la Sierra Negra de la entidad.

Fue el viernes cuando un comando armado ingresó a dos humildes viviendas y mató a los integrantes de un clan, compuesto por dos familias que recibieron impactos de bala, golpes y heridas con armas punzocortantes.

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El sacerdote Anastasio Hidalgo ofició la misa en la que familiares y amigos de las víctimas despidieron a los suyos entre lágrimas y abrazos, pero también entre rituales indígenas y un evidente dolor.

“No podemos quedarnos insensibles ante esta realidad, lo menos que podemos exigir a quienes les toca ejercer justicia es que se haga”, expresó el párroco.

Sin embargo, lamentó que en México pedir justicia “es como una voz que grita en el desierto”. Hizo un llamado a los ciudadanos a no deshumanizarse para impedir que ocurran este tipo de hechos.

“No podemos deshumanizarnos”. “Cuando vemos estos hechos es reprobable, no podemos admitir en nosotros mismos esta realidad, porque entonces nos estamos deshumanizando, ¿qué clase de seres humanos somos?”, agregó.

En color café yacían los féretros de los restos de la señora Plácida Sánchez Martínez, de 59 años, y de Ángela, de 30 años; Ángel de 23, y Jony; mientras que en los pequeños ataúdes en color blanco, sus nietas Monserrat, de 10 años, y Carolina, de nueve.

También los restos de Baltazar Sánchez Montalvo, de 42 años y su esposa Isabel Hernández Sánchez, de 43; así como de sus hijas, Silvia y Belén (junto con su bebé que aún permanecía en su vientre) y el esposo de esta última.

Vicente López de la Vega, alcalde del lugar, informó que fueron enviados elementos de la Policía Municipal a resguardar a la población, pero reconoció que los agentes son insuficientes para cuidar a los habitantes de cuatro juntas auxiliares y 17 comunidades.

En entrevista para medios locales, reveló que se solicitó la presencia del Ejército en el lugar de la matanza, para resguardar al resto de la familia que vive con temor de otro ataque armado.

La Fiscalía General del Estado insiste que la principal línea de investigación es un pleito personal encabezado por un sujeto que hace años violó a una de las víctimas y juró vengarse si lo denunciaban.