Por la entrega de despensas y otros apoyos gubernamentales a la gente pobre, hay expectación en Pinal de Amoles. Son las 13 horas.

—No hallé el papel, pero dijeron que daban.

—A todos se les va a otorgar, pero fórmense, por favor.

Con razonable orden, se arman las filas de campesinos frente a los representantes del DIF estatal. Muchas mujeres, varios hombres, bastantes ancianos, pocos niños y jóvenes. Detrás de los funcionarios, ataviados con camisolas blancas, “DIF: toma mi mano”, están alrededor de 300 cajas de cartón, conteniendo las despensas.

—Los que no traigan su tarjeta fórmense de este lado— clama personal del DIF, ágil y desenvuelto, en contraste con las miradas frágiles y rostros compungidos del campesinado. Ninguna sonrisa, ni antes ni después del reparto. Ninguna selfie, como las tantas que se tomarán, al final, los trabajadores.

La mayor parte de la gente ha venido a pie; muchos con caminatas desde las cinco de la mañana; sobre laderas, brechas y bordes de carretera, provenientes de poblados y caseríos que componen este municipio verde, dispersado en caseríos: Tejamanil, La Cañada, La Quebradora, El Madroño, Epazotitos...

Han llegado los lugareños hasta el centro cívico y ocupan todas las sillas disponibles en el foro abierto y techado. En un rincón del escenario, la alcaldía de Pinal sirvió un “refrigerio” de cortesía: dobladitas y agua de jamaica.

La caravana del DIF proviene de Santiago de Querétaro, urbe que no pocos habitantes serranos perciben como si fuera “otro mundo”. Consta de seis camionetas, más dos autos compactos y un par de ambulancias nuevas de la Cruz Roja.

Tras concluir las presentaciones ante el micrófono, donde se destaca la presencia de la presidenta del DIF estatal, Karina Castro de Domínguez, así como de la alcaldesa Gloria Rendón, muchos convocados apenas atienden los discursos; se distraen revisando sus papeles.

La expectación se centra en recibir “los apoyos que nos dijeron iban a dar”: una despensa y obsequios previamente solicitados, por ejemplo, sillas de ruedas, andaderas, equipos auditivos, medicinas, pañales para adulto, entre otros. Algunos beneficiados abren de inmediato sus cajas de cartón, aquilatando el contenido o sacando cuentas. Alguien calcula un costo de 85 pesos, o poquito más, tomando en cuenta las variables del mercado.

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