Hermosillo

Eran las 2:15 de la tarde cuando Luz Alejandra recibió una llamada.

—Luz Alejandra, ¿ya pasaste por Danna Camila a la guardería?

—No, ya voy para allá. ¿Por qué, mamá? —preguntó alarmada.

—¡Corre, hija!... dicen que la Guardería ABC se está quemando y no sabemos nada de la nena. ¡Yo voy hacia allá!

Luz Alejandra, que a esa hora estaba tomando clases en la Universidad de Sonora, colgó el celular, subió a su coche, aceleró todo lo que pudo y comenzó a llamar a la guardería. Insistente. No hubo respuesta. “Cuando llegué no había modo de pasar, ambulancias, patrullas, gente corriendo, dejé el auto donde pude, corrí.

“Mi madre, que estaba ahí, me dijo que había muchos niños muertos, muchos niños quemados, y que no encontraba a Danna Camila”.

Junto con su esposo, quien también llegó al lugar, gritaban el nombre completo de su hija: “¡Danna Camila Espinoza Ortiz!”, en un intento desesperado porque alguien la reconociera y gritara: “¡Aquí está !”, relata.

“Entre el caos total encontré a Dorita, la maestra que recibía todos los días a los niños; le pregunté por mi hija, estaba en shock y no sabía nada de mi niña (...) El esposo de mi madre se enteró que estaban llevando a algunos niños a la casa de una vecina. Hacia allá se dirigió él, buscaba, gritaba su nombre, cuando de pronto una voz gritó: ‘¡ Aquí estoy!’”. Danna en ese momento tenía un año y 10 meses de nacida.

“Él la tomó entre sus brazos; nos abrazamos, tenía el cabello quemado, gritaba que estaba quemada, estaba llena de hollín, en la nariz, en los ojos, y no dejaba de decir: ‘¡Me quemé, mami!’. La revisé toda, su piel no estaba quemada; estuvo tan cerca del fuego que ella sentía estar quemada. Tenía vómitos, los tuvo por casi cuatro semanas, estaba muy asustada. Al poco tiempo comenzó a tener síntomas de asma.

“Fue en agosto del mismo año cuando vinieron desde Estados Unidos médicos del Hospital Shriners y le detectaron neumonitis; hoy tiene graves episodios de asma, rinitis, sinusitis, y desde entonces a Danna Camila la han operado dos veces por problemas respiratorios. Lo más angustiante es que tiene la dentadura totalmente dañada por la ingesta de tantos medicamentos (un promedio de siete fármacos diarios).

“El dentista asegura que el deterioro de su dentadura corresponde al de una mujer de 70 años. Afortunadamente el IMSS está cubriendo su tratamiento odontológico y eso será así a lo largo de su vida”, continúa Alejandra.

“El tratamiento está subrogado por el IMSS desde hace menos de un mes. Es algo que logramos a través de la asesoría jurídica del licenciado Gabriel Alvarado, quien representa al Movimiento Manos Unidas por Nuestros Niños, cuyo principal objetivo es que se haga justicia.

“Mi hija se ha sometido a muchas cosas médicas injustas para una niña de su edad. Esto es muy frustrante, porque nadie ha recibido el castigo que se merece; los altos funcionarios. Me queda claro que el incendio en la bodega de la Secretaría de Hacienda fue provocado, las autoridades son las que tienen la verdad y se ha tratado de ocultar información”, denuncia.

“Las secuelas en el cuerpo de mi hija, como la de otros 81 niños que estuvieron expuestos al humo del incendio, son evidentes. Danna Camila no ha dejado de ver a neumólogos desde el día del accidente; sufre daños colaterales, atiende a terapias sicológicas, consume medicamentos para lograr estar un poco más tranquila, tiene afecciones en su estómago, en su piel, alergias constantes por tanta sustancia química de los medicamentos, que ha afectado su hígado y riñones. Las secuelas han sido muchas y por eso ha sido tan importante que ahora sean reconocidos como niños lesionados y no sólo como expuestos, como ha ocurrido por siete años”.

Alvarado Serrano explica que, como abogado de 81 padres de familia del Movimiento Manos Unidas por Nuestros Hijos (todos ellos niños con enfermedades por haber estado expuestos al humo y tóxicos durante el incendio), desde hace cuatro semanas lograron una cobertura de 100% en sus requerimientos médicos.

El Hospital Shriners advirtió de la necesidad de que cada uno fuera atendido 100% y de por vida, porque si bien sus cuerpos no presentaban quemaduras, sí tendrían afectaciones pulmonares permanentes como fibrosis y neumonitis o inflamación de pulmones. Hoy, los menores reciben consulta en el IMSS, no sólo sicológica y neumológica, sino en siete especialidades con las que antes no contaban.

“Es una batalla que los padres han ganado con base en una lucha constante que no busca otra cosa sino igualar la atención médica para todos los afectados: 26 niños lesionados, y los 81 niños a los que llaman expuestos”, dice el abogado.

“ Hoy estamos en posición de poder informar que, a través de una evaluación médica, los niños expuestos van a ser reconocidos como afectados, toda vez que se ha logrado convenir con las autoridades del gobierno federal mexicano, y en particular con el IMSS, un tratamiento inclusive odontológico, e igualar la atención médica que han venido recibiendo los niños quemados durante el incendio”.

A lo largo de la entrevista con EL UNIVERSAL, Danna Camila permanece al lado de su madre. La pequeña, que hoy tiene casi ocho años, se inquieta. Su madre intenta calmarla. “Cada vez que hablamos de lo ocurrido se altera mucho, inclusive cuando escucha una ambulancia se tapa los oídos, y si estamos en el auto pide que me aleje lo antes posible de ese ruido, de las sirenas, de las ambulancias”. Danna Camila no sabe que su madre ha tenido dos abortos espontáneos en fechas decisivas para ella: “Uno, el 30 de abril, Día del Niño; el otro, el 5 de junio del año pasado, día del sexto aniversario del incendio. “No logro embarazarme de nuevo, son oportunidades que la vida me arrebata”, dice.

Comienza a llover. Danna Camila, quien cursa tercero de primaria, hoy acompañará a su mamá al trabajo en la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano. Van de la mano.

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