La diócesis de esta ciudad manifestó su preocupación por “las reacciones violentas” entre grupos opositores en el municipio de Chenalhó, donde el pasado jueves, en un enfrentamiento 2 personas murieron, entre ellas una niña de 12 años, pues se teme que los choques sigan, todo porque “desde 1997 hay rencores y divisiones no superadas”, aunado a que en las comunidades hay “armas sin control”.

Por esto, el obispo Felipe Arizmendi Esquivel y el vicario de Justicia y paz, Gonzalo Ituarte, hicieron un llamado a grupos que están confrontados a “respetarse como hermanos, a no quemar casas ni utilizar armas y otros objetos para dañar a los demás”.

La mayoría de los habitantes de Chenalhó, unos que apoyan a la exalcaldesa del PVEM Rosa Pérez Pérez y otros al alcalde sustituto Miguel Sántiz

Álvarez, “son creyentes de la Palabra de Dios”, Escritura que “nos invita al perdón y al amor mutuo”.

“Somos diferentes, pero todos hijas e hijos del mismo Padre Dios”, dicen Arizmendi Esquivel e Ituarte, en su llamado para que los indígena tzotziles de Chenalhó eviten confrontarse de nuevo.

Recordaron que semanas atrás “por el peligroso clima de violencia” que se presentaba en Chenalhó, un grupo de habitantes pidió a la diócesis que mediara en el conflicto, con el fin de sostener reuniones entre el Congreso y las partes en conflicto, por lo que en la diócesis “aceptamos dar este servicio como colaboración para encontrar la paz, la justicia y la reconciliación”.

Ya se había realizado un encuentro en la curia diocesana y estaba previsto otro el día 23 de mayo, pero no se llevó a cabo por las protestas de los maestros, pero se concretó el miércoles 25, donde los diputados proponían “un diálogo entre el grupo inconforme” y el que representaba la entonces alcaldesa, “para buscar soluciones de acuerdo a la justicia, a la verdad y a la ley”.

En el encuentro “no se veían elementos jurídicos para hacer renunciar” a Pérez Pérez y en ese momento “fue entonces que, avisados por alguien (no sabemos quién haya sido, de dentro o de fuera de la diócesis), entraron a la curia diocesana muchos hombres con palos, piedra y tabiques”, para sacar a la fuerza a los diputados Eduardo Ramírez Aguilar y Carlos Penagos Vargas.

Fue después de 18 horas de negociación que “se obligó” a la alcaldesa a renunciar y “se tuvo que aceptar como nuevas autoridades municipales a quienes el grupo inconforme exigió”, pero horas después “la violencia se desató” sobre todo en el ejido Puebla, “como una reacción de los seguidores de la presidenta municipal, con saldo de 2 muertos, varios heridos y bastantes familias desplazadas”.

Por esto, “lamentamos que no haya sido el diálogo, sino la violencia y el secuestro, el camino por el que autores intelectuales y materiales optaron por enfrentar este caso”.

"Nos duele que no se hayan respetado las instalaciones de la curia diocesana, como un recinto de búsqueda de paz y de justicia, ni en los años 94-95 hubo esas faltas de respeto”, dicen Arizmendi Esquivel e Ituarte.

Aseguran que en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, está a disposición de trabajar “siempre a favor de la paz y coadyuvar en todos los diálogos

que conduzcan a ella”.

Y “estamos analizando si podemos seguir ofreciendo nuestras instalaciones para estos diálogos, pues no tenemos personal y medios para evitar que sucedan hechos como el pasado”.

Así, el obispo Arizmendi Esquivel y el sacerdote Ituarte piden a las autoridades y a los diputados “a atender con prontitud las inconformidades justas que se presentan en los pueblos, para no desencadenar la irritación social, difícil de controlar y encausar”.

cfe

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