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Con las fotografías de dos de sus hijos que fueron asesinados el 15 de marzo de 2014 en Medellín, Veracruz, Marisela Orozco llegó a México como parte de la Caravana por la paz, la vida y la justicia, que pedirá a la ONU el fin a la guerra contra el tráfico de drogas en América, porque sólo ha traído militarización y “nulos resultados”.
Vestida con una playera verde que al frente dice: “¡Alto a la guerra contra las drogas!”, Orozco sostenía en ambas manos las fotos de Gerson y Alan Quevedo Orozco; el primero, estudiante de arquitectura y el otro, arquero de la Sub17 del equipo Tiburones Rojos de Veracruz, que fueron asesinados el 15 de marzo de 2014 por un grupo de plagiarios.
Gerson fue secuestrado a principios del mes de marzo, pero su hermano Alan entabló negociaciones con el grupo que mantenía en su poder al estudiante y al contactarlos fue asesinado en un fraccionamiento de Medellín, junto con su hermano y su cuñado Miguel Eliacim Caldelas, éste un joven campeón de Taekwondo.
La muerte de sus dos hijos y su yerno motivó a Marisela a unirse al grupo de activistas que el pasado 28 de marzo inició una marcha para pedir que cese la guerra contra el narcotráfico en América.
“Por eso ando en la lucha, contra esa guerra que se tiene contra las drogas, que no nos ha dejado nada bueno, más que muchos militares y muchos jóvenes desaparecidos”, explicó.
En el caso de México, dijo que la guerra contra el narcotráfico no ha dado resultados favorables, pero sí la militarización de ciudades y comunidades.
Marisela es la segunda vez que viaja a Nueva York, para pedir durante la Asamblea General de las Naciones Unidas el fin de la guerra del narcotráfico porque “queremos que esto cambie, porque no queremos que siga pasando esto, ya que no hay resultados”.
En lado mexicano, los 36 miembros de las organizaciones que participan en la Caravana, de Honduras, Guatemala, México y Estados Unidos, fueron recibidos por integrantes de organizaciones civiles que trabajan con grupos de inmigrantes que huyen de la violencia de sus países.
El obispo emérito de la Iglesia anglicana episcopal de El Salvador, Martín Barahona, dijo que en Nueva York, los días 19 al 21 de abril, que se llevará a cabo la Asamblea General de la ONU, se intentará hacer el clamor para que los “gobiernos de América Latina cambien la política de combate a las drogas”.
Para el religioso, el combate a las drogas ha traído una política de muerte en varias regiones de esta región.
Desde 1971, que los gobiernos declararon la guerra contra las drogas, “las cosas han empeorado y han sido más difíciles y una gran cantidad de gente en México, Guatemala y otros países están sufriendo las consecuencias”.
Margarita Pérez, de la Conferencia de Religiosos de Guatemala (Confregua), dijo que decidieron acompañar a la Caravana porque “nos parece una lucha digna” y es una lucha que estaba pendiente.
La caravana llegó en los primeros minutos del jueves a San Cristóbal de las Casas, donde esta mañana realizará un evento en la plaza Catedral, para continuar su trayecto hacia Oaxaca.
spb