Florindo, Copo de Nieve y Blanca Nieves son miembros de una familia compuesta por 30 asnos que habitan Burrolandia México, una granja didáctica ubicada en Otumba, Estado de México, donde se busca proteger y preservar a los jumentos.
En entrevista, Germán Flores Sauza, fundador de este espacio único en su tipo en el país y en Latinoamérica, explicó que además del santuario para burros, en el lugar se busca resguardar la historia de los asnos, a través del Museo del burro.
A orillas de las antiguas vías de la línea ferroviaria México-Veracruz, en Otumba, al nororiente de la Ciudad de México, se localiza esta granja creada en 2006 y dedicada a albergar burros rescatados de rastros o donados por personas que ya no los podían cuidar, sin embargo, la mitad de ellos han nacido en el sitio.
“Aquí están en un lugar amplio, donde tienen libertad para correr, pastar y les damos cuidados alimenticios y veterinarios. A cada uno lo queremos como parte de nuestra familia”, señaló el también empresario, quien es originario de este municipio conocido como “la cuna del burro”.
El nombre de Burrolandia México, mencionó, fue sacado de la película “Tonta tonta, pero no tanto”, de María Elena Velasco, “La India María”.
Por otra parte, señaló que el “México” se le agregó porque busca ser reconocido como el santuario de burros del país, y no sólo de la localidad.
“A nuestro pueblo Otumba, si ven la película de la India María de 1972 , desde entonces ya se llama Burrolandia y desde pequeño recuerdo que a mi pueblo se le llamaba así; entonces, como un punto de identidad y para que no sonara ofensivo ni desagradable para ninguna persona, le pusimos Burrolandia México”, recordó.
Según la historia, después de la Conquista, en 1521, llegaron los frailes franciscanos, junto con asnos y ovejas, iniciando una nueva actividad para el desarrollo de la nueva España que es la arriería.
Otumba queda en ese paso de camino real México-Veracruz, lo que lleva que se hagan mesones de descanso para los arrieros, actividad que fomenta el aumento de sitios de descanso y del mercado de bestias de carga.
En más de 2.5 hectáreas, rodeado de cactus y cuatro edificios que albergan el Museo del Burro, la cafetería, un mesón y una tienda de souvenirs, encontramos a Florindo, un asno de 12 años de edad, pelaje marrón y con un instinto protector que lo hace ser “el líder de la manada”.
“La anécdota del nombre de Florindo es muy particular, ya que al preguntarle al señor que lo trajo, cómo se llamaba el animal, el hombre contestó que Florindo.
“Lo que esta persona no entendió es que nosotros nos referíamos a como se llamaba el burro y no él. Sin embargo, nos pareció un nombre muy curioso y decidimos que se le quedara”, mencionó.
Y aunque Florindo hoy luce feliz comiendo heno junto a los demás miembros de la familia, en otro momento fue víctima de la violencia. “Una noche, una persona violenta y alcoholizada, ingresó a la granja y le corto con una navaja un pedazo de una de sus orejas”, dijo.
Estos animales, casi desde su domesticación, han sido blancos de maltratos físicos y de abusos como animales de carga, y aunque en la actualidad su uso como medios de transporte ha disminuido, aún viven desprotegidos en varios estados del país como Chiapas, Guerrero y Oaxaca, comentó Flores Sauza.
“En el país es una situación de desprotección total, de maltrato, al grado de que el burro mexicano se está extinguiendo pues es considerado como ganado poco productivo que vale menos que un cerdo o una oveja.
“La nueva generación de campesinos ya no quieren tener burros, pues se asocian con torpeza y rezago económico, por lo que van decreciendo día con día”, indicó.
Estimó que en el país quedan alrededor de 300 mil jumentos, motivo por el cual Flores Sauza, junto con su familia, buscan, a través de lo que él denomina “turismo altruista”, tener los medios económicos para poder preservar y proteger a estos animales.
“Burrolandia México es una asociación civil que se financia mediante la visita de un turismo altruista, en el cual los visitantes nos dan un donativo y compran también souvenirs o comen algo en el área de cafetería. Con eso logramos los ingresos para la alimentación y los gastos del santuario”, afirmó.
Sin embargo, señaló que este ingreso no es suficiente, pues al año gasta alrededor de 300 mil pesos tan sólo en alimento para estos animales, por lo que necesita recurrir a otros negocios como la venta de automóviles, para poder cuidar a los burros, mantener en buenas condiciones la infraestructura y pagar el salario de las 20 personas que trabajan en el lugar.
“Yo tengo que hacer este lugar sustentable, para que un día la cafetería, los souvenirs y el turibús permitan costear las visitas al santuario de los burros y costear todos sus gastos. Ese día yo voy a ser el más feliz del mundo”, dijo.
En esta granja didáctica, además del Museo del Burro, los visitantes podrán disfrutar de un tour por el lugar donde conocerán la historia y desarrollo de este animal a lo largo del tiempo.
Además de apreciar las esculturas de papel mache, elaboradas por artesanos locales de personajes de la sociedad mexicana en forma de burros, como Vicente Fernández, la India María, Juan Gabriel y Cantinflas, entre otros.
La granja didáctica, señaló Flores Sauza, cuanta con servicios de taxis caracterizados como burros para recorridos turísticos por Otumba, así como también poseen un turibús para tours locales, donde uno de los puntos principales para visitar es el Acueducto del padre Francisco Tembleque.
Por otra parte, detalló que próximamente cuando la granja albergue al burro número 31, comenzará un programa de adopción donde las personas que deseen y puedan mantener a uno de estos animales, podrán hacerlo.
“Buscaremos que las personas que estén interesadas en adoptar a un burrito, tengan los medios económicos y la infraestructura para poder criarlo. Una vez que comprobemos esto se les dará el animalito y tendremos un seguimiento constante para asegurarnos que se encuentre bien”, mencionó.
En este santuario, señaló Flores Sauza, “nuestros burros andan libres y no es el santuario de Burrolandia o de Otumba es el santuario de México, ya que este lugar es de todos los mexicanos que lo visitan y contribuyen con un donativo, nosotros podemos tener a la especie protegida y lo mejor posible, lograremos preservarlo”.
Como cada año, desde el 23 de abril y hasta el 1 de mayo se lleva a cabo la Feria Nacional de los Burros en Otumba, una festividad en donde los pobladores de este municipio celebran este trabajador animal, que participan en carreras, concurso de disfraces y en el juego de polo sobre asnos.
cg