Más Información
Analizan reunión de cancilleres para enero; buscan coordinar estrategias antes posibles deportaciones masivas
Sheinbaum: se trabaja para que migrantes puedan acceder a programas del bienestar; colaboran Segob y consulados
“Estamos cubiertos”; de la Fuente asegura “suficiente presupuesto” para apoyar a migrantes ante posible deportación masiva
Son las 13:00 horas y el calor abruma. Sobre la avenida Cuauhtémoc pasan carros con regularidad, algunos van hacia la vía Farallón, otros llegan a la colonia La Garita. Una mujer se queja de que ha vendido 12 tacos y tiene dos pedidos de mole con arroz: “¡Y ya!”.
En todo el día nada más. Pero tiene que irse pronto, más tarde ya no puede estar sobre la avenida Cuauhtémoc, donde tiene su negocio como otras personas. A 10 años de que arreciara la violencia, porque el último recuerdo estruendoso en la memoria colectiva ocurrió aquí el 27 de enero de 2006, la gente se acostumbró al “pum, pum” de las balas, pero, dice: “Nadie puede no comer”.
Casi al año de que Zeferino Torreblanca Galindo rindiera protesta como gobernador, el 1 de abril de 2005, un enfrentamiento entre policías municipales y supuestos pistoleros del Cártel de Sinaloa aterrorizó a los habitantes de este lugar que recibe a quienes vienen de la Costa Chica. El último viernes del primer mes de 2006 cuatro sicarios murieron y tres policías municipales resultaron heridos en una balacera que se prolongó una hora.
Los acapulqueños han llenado de huellas de bala su memoria. Muchas veces sentido de cerca el sufrimiento de un abatido y la sorpresa de salir por la mañana y encontrarte cabezas cercenadas en su colonia. Por eso en La Garita el sonido del horror los ha llevado a supervivir: por sus ojos han pasado peleas de hombres que no reconocen, pero que la PGR ubica con la delincuencia organizada.
La Procuraduría General de la República (PGR) reconoció que esa disputa fue entre el Cártel del Golfo y la gente de los Beltrán Leyva, brazo armado, según las informaciones oficiales del Cártel de Sinaloa. Con la transición de PRI a PRD con Torreblanca Galindo se acabó la aparente hegemonía, y desde ese día las autoridades marcan un antes y un después de lo que llevó a Acapulco a ser la ciudad más violenta del país.
Células delictivas como Los Rojos, El Comando del Diablo y Los Pelones, que devinieron de los Beltrán Leyva; de La Familia Michoacana, Caballeros Templarios, Cártel Jalisco Nueva Generación, Los Zetas han sido señalados de operar en Acapulco.
En 2011, la aparición del Cártel Independiente de Acapulco (CIDA), formado a raíz de la detención de Édgar Villarreal La Barbie, en 2010, seccionó aún más al puerto. De ese grupo han surgido otras ramas, como la que formó el ex jefe de sicarios, Freddy del Valle Berdel, detenido por la Policía Federal el 23 de abril pasado, hechos que la Fiscalía General del estado, asegura, provocó el ataque a las fuerzas federales sobre la Costera Miguel Alemán hace cinco días, y pánico en la población.
“Eran las 2:20 de la tarde, iba para mi casa, me acababa de encontrar con mi esposo que fue a hacer los trámites de unas placas. Oí sirenas, vi luces y nos refugiamos por un negocio. La balacera duró una hora. Vimos una camioneta Liberty muy cerca del puente”, relata una señora piel canela.
“Un señor disparaba, veíamos cómo iban cayendo los casquillos de cuerno de chivo (...) Los taxistas se aventaban al piso, unos corrieron, otros para allá, para acá: ¡Yo no quería ni ver cuántos muertos!”, rememora Marcela, una señora que está a punto de irse de Acapulco porque no aguanta más.
Son recuerdos de algunos colonos de La Garita. En la fachada de la iglesia del Señor del Perdón hay huellas de tiros; algunas recientes. En un par de casetas de venta hay también orificios; los taxistas están atentos porque hace 15 días los balacearon.
Ayer, fue asesinada una mujer cerca de Ciudad Renacimiento, con ese homicidio suman 336 asesinatos en Acapulco, en lo que va de 2016.