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Dos rubias al hombro de dos gringos jugaban en la alberca a ver quién derribaba a quién. Decenas de canadienses y estadounidenses, en su mayoría, gritaban a los participantes mientras un joven perdía el aliento en animar la fiesta. Música punchis punchis, cerveza y tragos de ron lucían en las manos de preparatorianos.

El joven que se quedaba sin aliento por animar la fiesta en el hotel Copacabana se llama Gustavo y hoy es mesero en Pie de la Cuesta; de los spring breakers o vacacionistas de primavera, sólo queda su recuerdo. La última vez que vinieron los polémicos vacacionistas extranjeros en grupo, recuerda, fue en 2013.

Acapulco dejó de ser el puerto del siglo de oro. No más boleros de Agustín Lara ni “Marías bonitas”. Desde hace tres años, la Secretaría de Gobernación (Segob), a través del Secretariado Nacional de Seguridad Pública (SNSP), ubica al estado como el más violento del país, y al puerto como una de las ciudades con más homicidios dolosos. Tan sólo en lo que va de Semana Santa se registraron 30 homicidios y más de 200 en 2016.

Por el operativo vacacional de Semana Santa que contempla la presencia de más de 4 mil efectivos del Ejército, Marina, Policía Federal y Fuerza Estatal, los trajes diminutos de turistas nacionales en playas populares como Tamarindos, Caleta, Manzanillo y Caletilla se combinan con las botas y uniformes militares, de policía que merodean las playas desde las 7:00 horas.

Los taxistas que circulan por la zona recuerdan que había cuatro agencias encargadas de dotar de turistas las playas del puerto. Hace siete años que dejaron de venir los vacacionistas por la violencia, les daban de 40 a 50 pesos por comisión si llevaban clientes a Mandala, Paladium o el Andrómedas, los antros de moda. Ahora necesitan que llegue gente para siquiera invitar.

Cinco años atrás, comenta Marina Ruiz, prestadora de servicios de Pie de la Cuesta, no había habitaciones disponibles en Semana Santa si no se anticipaban las reservaciones o llegaban desde antes de los días santos. En este periodo eran las 16:00 horas cuando llegó una turista el sábado y rentó un cuarto en 400 pesos. “En otros tiempos hasta 700, pero ya no los pagan, ya no viene mucho la gente con eso de que está feo”.

Cerca de su hotel, Anita y Romina, dos niñas de la Ciudad de México, juegan con la arena, harán un castillo. Sus papás toman cerveza mientras las cuidan. De pronto dos policías federales que supervisan la playa caminan hacia su dirección.

El secretario de Turismo municipal, Alejandro González Molina, reconoce que los vacacionistas de primavera dejaban un importante flujo económico en Acapulco.

Han tenido reuniones con agencias dedicadas a brindar paquetes a estudiantes como la Spring Break Packages y les dicen que cambió la administración, a diferencia del pasado, defiende el secretario, hay un Centro de atención a turistas, está la policía Turística. Confía que con ello en 2017 haya springs breakers de nuevo.

Hace siete años había hasta 10 mil vacacionistas, hoy sólo pueden presumir que su ocupación hotelera ha sido “bastante buena”, de 90%. Proyectan una derrama de mil millones de pesos.

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