La Policía Investigadora busca afanosamente a un presunto ladrón que se quitó el brazalete de monitoreo, lo tiró en la calle y nunca se presentó al juzgado penal donde rendiría declaración por el delito que se le acusa.

“Pedro”, detenido el pasado 10 de marzo al parecer por el delito de robo a casa-habitación, debía presentarse al medio día del martes en el juzgado penal que se encuentra en las instalaciones del centro penitenciario de Saltillo, pero no se presentó.

Fuentes cercanas a la indagatoria revelaron a EL UNIVERSAL que el detenido era monitoreado por lo que de inmediato se detectó que se quitó el dispositivo, por lo cual se activó el 'código rojo' y se aplicaron los protocolos de seguridad pero “andaba muy lejos”.

“Él jaló el brazalete, se lo arrancó y lo tiró muy cerca de la Universidad Autónoma del Noreste (UANE) que se encuentra a varios kilómetros del juzgado”.

La fuente informó que el error fue del juez penal ya que él ordenó que se le colocara el dispositivo, ignorando la recomendación de la Unidad de Medidas Cautelares, que en su opinión técnica consideró necesario enviar al detenido a prisión preventiva.

Además, el juzgador también ignoró a la Unidad Desconcentrada de Ejecución de Pena, la cual depende de la Comisión Estatal de Seguridad, que tenía la misma opinión.

El imputado, del que todavía no se sabe su paradero, informó que tenía su domicilio en la Colonia Bellavista, al norte de la ciudad de Saltillo, sin embargo de acuerdo con las primeras pesquizas, su casa se encuentra en la ciudad de Sabinas, en la región carbonifera del estado.

Cabe señalar que en este caso, como en todos en los que el detenido debe utilizar el brazalete en lo que se decide su situación jurídica, existe un “responsable solidario” que puede ser un familiar o conocido, por tanto el que aparece como tal deberá de colaborar con las autoridades para encontrar al inculpado.

Lo singular en este hecho es que de acuerdo con las autoridades penitenciarias, los dispositivos, que tienen un valor de 8 mil pesos, son “muy seguros”, por tanto nadie se explica la facilidad con la que el sujeto se despojó de él.

afcl

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